El 8 de febrero de 2025, Benito Martínez Ocasio, conocido mundialmente como Bad Bunny, subió al escenario del Levi's Stadium para protagonizar el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl LIX. Más de 130 millones de espectadores presenciaron un show que no solo fue musical, sino también un acto cargado de significados políticos y culturales. Lo que para muchos fue un momento de celebración, para otros se convirtió en un símbolo de una batalla cultural abierta y sin tregua en Estados Unidos.
Desde el anuncio oficial, la elección de Bad Bunny desató una tormenta de críticas desde sectores conservadores, particularmente del movimiento MAGA (Make America Great Again). Corey Lewandowski, asesor del Departamento de Seguridad Nacional y exjefe de campaña de Donald Trump, amenazó con la presencia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) durante el evento, prometiendo detenciones y deportaciones de inmigrantes indocumentados. Esta advertencia no solo fue una declaración política, sino un acto de intimidación directa hacia las comunidades latinas y migrantes que siguen a Bad Bunny.
La crítica no se limitó a la política oficial. Voceros de la derecha digital, como Benny Johnson y Jack Posobiec, desplegaron una campaña de desinformación y burla, atacando la identidad cultural y el activismo del artista. Se cuestionó su elección de cantar en español, su apoyo explícito a los derechos LGBTQ+ y su rechazo a la política migratoria estadounidense.
Para entender este fenómeno, es fundamental reconocer que Bad Bunny no es solo un músico, sino un símbolo de resistencia cultural y política. Su decisión de no realizar giras en Estados Unidos por temor a redadas del ICE es una declaración que trasciende la música y pone en evidencia las tensiones sociales y raciales en el país.
En palabras del propio artista: "Es para los que llegaron antes de mí y corrieron incontables yardas para que yo pueda marcar un touchdown... esto es por mi gente, mi cultura y por nuestra historia". Su activismo, arraigado en su identidad puertorriqueña, desafía el estatus colonial de la isla y denuncia las desigualdades estructurales.
Sin embargo, la NFL, consciente del envejecimiento de su audiencia tradicional, ha adoptado una estrategia de renovación cultural. La alianza con Roc Nation y la elección de artistas como Kendrick Lamar en 2024 y Bad Bunny en 2025 buscan conectar con audiencias jóvenes y latinas, un mercado creciente y esencial.
Este episodio expone la fragmentación política y cultural de Estados Unidos, donde el Super Bowl, otrora un evento aparentemente apolítico, se ha convertido en un referéndum sobre identidad y valores. La derecha no busca diálogo ni persuasión, sino la consolidación de su base mediante la identificación de enemigos simbólicos.
Para muchos conservadores, Bad Bunny representa una amenaza existencial: un artista que canta en español, que desafía las normas de género y que cuestiona la política migratoria.
La actuación de Bad Bunny en el Super Bowl no fue solo un espectáculo musical, sino un momento que desnuda las tensiones profundas de la sociedad estadounidense contemporánea. Revela cómo la cultura popular se ha convertido en un campo de batalla para disputas políticas y sociales, y cómo la representación y la identidad son ahora elementos centrales en la construcción del relato nacional.
Este evento confirma que no existen espacios culturales neutrales en el Estados Unidos actual. La cultura, al igual que la política, está marcada por la lucha de narrativas y la resistencia.
Finalmente, Bad Bunny logró algo más que un show exitoso: marcó un touchdown simbólico para las comunidades marginadas, reivindicando su lugar en el centro del escenario global, con su idioma, su historia y su verdad.
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Fuentes: WIRED (03-10-2025), análisis de discursos políticos y reacciones en redes sociales, entrevistas directas al artista y reportes de la NFL.