
El domingo 16 de noviembre de 2025 marcó un antes y un después en la historia electoral chilena. Por primera vez, el voto obligatorio y la inscripción automática convocaron a cerca de 15,6 millones de electores, incorporando a unos 5 millones que nunca antes habían participado en elecciones presidenciales. Este cambio estructural no solo alteró el mapa político, sino que también tensionó el tejido económico y social, dejando lecciones y desafíos que aún resuenan.
El fenómeno de los "votantes obligados" —como los denominan los expertos— es complejo y multifacético. Estos nuevos electores, según el análisis de la Universidad del Desarrollo y académicos como Juan Pablo Lavín y Tomás Duval, son mayoritariamente jóvenes, hombres, de clases media-baja y baja, y con una presencia más fuerte en regiones y periferias urbanas que en los centros metropolitanos.
"Tienen una contraposición fuerte contra quienes ejercen el poder y una profunda desconfianza en las instituciones", explica Lavín, reflejando un desencanto que los llevó a abstenerse en el pasado, pero que ahora se traduce en una participación forzada y, a la vez, volátil. Esta volatilidad se evidencia en la falta de coherencia ideológica, donde un mismo votante puede oscilar entre opciones de derecha e izquierda en diferentes elecciones.
El impacto político fue palpable. La fragmentación del electorado, sumada a la irrupción de discursos más duros en seguridad y migración, tensionó la campaña y obligó a los candidatos a adaptar sus estrategias, apelando a un electorado cansado, impaciente y con escasa fe en los procesos democráticos tradicionales.
El feriado obligatorio para los trabajadores de malls y centros comerciales, decretado para facilitar la jornada electoral, provocó un cierre absoluto de estos espacios desde la noche del sábado 15 hasta la mañana del lunes 17 de noviembre. Esta medida, aunque pensada para garantizar el derecho al sufragio, generó un fuerte rechazo en el sector comercial, que proyectó una caída del 50% en ventas durante ese fin de semana crucial para la temporada prenavideña.
María Teresa Vial, presidenta de la Cámara de Comercio de Santiago, calificó esta situación como una "anomalía" y advirtió sobre el impacto en el empleo temporal, especialmente para mujeres y estudiantes, quienes tradicionalmente encuentran oportunidades laborales en esta época. La preocupación se extiende a una posible segunda vuelta en diciembre, justo en el corazón de la temporada de compras.
Este choque entre derecho cívico y dinamismo económico abrió el debate sobre la necesidad de una "normativa razonable" que equilibre ambas dimensiones sin perjudicar a uno u otro sector.
El banco de inversión BTG Pactual anticipó, antes de la elección, tres posibles escenarios que hoy se pueden analizar con la ventaja de la retrospectiva:
- Escenario 1: Centro-derecha con Congreso dividido (65% de probabilidad estimada). Este escenario base se concretó parcialmente, con un gobierno moderado enfrentando un Congreso fragmentado. La estabilidad macroeconómica se mantuvo, pero las reformas estructurales encontraron límites claros, reflejando un mercado cauteloso.
- Escenario 2: Derecha con mayoría en el Congreso (20%). No se materializó. La falta de mayoría clara impidió avances significativos en reformas promercado, lo que mantuvo la volatilidad en el IPSA y una sensación de incertidumbre.
- Escenario 3: Victoria de la izquierda (15%). Tampoco ocurrió, pero la posibilidad generó nerviosismo en los mercados, anticipando caídas en el IPSA y depreciación del peso, escenarios que finalmente se evitaron.
Estos pronósticos y su evolución confirman la importancia de la composición del Congreso como contrapeso decisivo para el nuevo gobierno, y subrayan la fragmentación política como un factor que condiciona la gobernabilidad y la confianza inversionista.
Desde la centroizquierda, la elección de Jeannette Jara como primera candidata comunista en representar a ese sector evidenció un intento por renovar el discurso y captar a un electorado que demanda cambios urgentes. Sin embargo, la derecha, dividida en tres candidaturas, reflejó un escenario de dispersión que dificultó la consolidación de un bloque opositor fuerte.
"Estos votantes quieren un cambio ya, no están dispuestos a esperar procesos largos de consenso", señala Lavín, describiendo una ciudadanía que, aunque obligada a votar, mantiene una actitud crítica y exigente.
Por su parte, el sector comercial reclama un equilibrio entre la protección del derecho al voto y la necesidad de no paralizar la economía, especialmente en fechas clave para el empleo y la actividad productiva.
A una semana de los comicios, Chile experimentó una jornada electoral histórica que no solo se tradujo en cifras y resultados, sino en una transformación profunda del sistema político y social.
El voto obligatorio incorporó a millones de ciudadanos antes ausentes, pero reveló un electorado fragmentado, desconfiado y volátil. Esto plantea un desafío para los partidos y candidatos: cómo conectar con un público heterogéneo y escéptico, que demanda respuestas rápidas y efectivas.
El cierre total del comercio en los centros comerciales durante la elección evidenció una tensión entre derechos y economía que, de no ser abordada con flexibilidad, podría repetirse en futuras elecciones, afectando la recuperación económica y el empleo.
Finalmente, la configuración política resultante, con un Congreso fragmentado y un gobierno moderado, augura un período de negociaciones complejas, donde la gobernabilidad y la estabilidad dependerán de la capacidad de diálogo y acuerdos transversales.
En suma, las elecciones de 2025 dejaron a Chile frente a un espejo donde se reflejan sus fracturas, esperanzas y urgencias, invitando a una reflexión profunda sobre el futuro de su democracia y desarrollo económico.
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Fuentes: BBC News Mundo, Cooperativa.cl, Diario Financiero, Universidad del Desarrollo (UDD), análisis de BTG Pactual.
2025-11-13