El cierre definitivo de la última ruta operativa hacia el norte de la Franja de Gaza, anunciado por Israel el 1 de octubre de 2025, ha marcado un punto de inflexión en un conflicto que ya suma más de dos años de violencia y sufrimiento.
El Ejército israelí cerró la calle Al Rashid, única arteria que permitía el acceso desde el sur a la zona norte del enclave, bloqueando así cualquier movimiento hacia esa región a partir de las 12:00 horas del 1 de octubre. Esta medida, comunicada por el portavoz Avichai Adrai a través de la red social X, se inscribe dentro de la ofensiva terrestre que busca tomar el control total de la ciudad de Gaza.
Para Israel, esta acción es una cuestión de seguridad nacional. 'El cierre de esta ruta es necesario para neutralizar los focos de resistencia y garantizar que las fuerzas de defensa puedan operar sin obstáculos,' afirmó Adrai. Desde esta perspectiva, el bloqueo es un paso estratégico para contener las amenazas que se originan en la zona norte, considerada un bastión de grupos armados.
Sin embargo, la comunidad internacional y organizaciones humanitarias han denunciado que esta medida agrava la ya crítica crisis humanitaria en Gaza. 'Este cierre obliga a cientos de miles de palestinos a desplazarse hacia el sur, donde las condiciones de vida son precarias y la infraestructura está colapsada,' señaló un representante de Naciones Unidas. La ONU y diversas ONG han calificado estas acciones como un desplazamiento forzado, que viola el derecho internacional y pone en riesgo la vida de la población civil.
Desde el inicio de la ofensiva israelí en octubre de 2023, las cifras oficiales palestinas reportan más de 66.100 muertos y 168.300 heridos, con un impacto devastador en la infraestructura y servicios básicos. La destrucción de torres residenciales y la falta de acceso a ayuda humanitaria han generado un éxodo masivo hacia el sur, una zona saturada y sin condiciones adecuadas para acoger a los desplazados.
En el plano político, la medida ha profundizado la división entre actores regionales e internacionales. Mientras Israel mantiene que actúa en legítima defensa, países árabes y organizaciones de derechos humanos exigen un alto al fuego inmediato y acceso humanitario sin restricciones.
'El bloqueo total de Gaza norte es una tragedia que no solo afecta a Palestina, sino que desestabiliza aún más la región,' advirtió un analista de relaciones internacionales en El Cairo. Por otro lado, sectores en Israel y Estados Unidos defienden la operación como un paso inevitable para garantizar la seguridad a largo plazo.
Desde la perspectiva ciudadana, las voces palestinas reflejan desesperación y resistencia. 'Nos están encerrando como en una prisión sin salida. No hay agua, no hay comida, y la esperanza se desvanece,' relata una habitante de Gaza norte. Mientras, en Israel, la opinión pública está dividida entre quienes apoyan la firmeza del gobierno y quienes temen una escalada que prolongue el conflicto.
A un mes del cierre, las consecuencias son palpables: el cerco ha consolidado un escenario de aislamiento absoluto para la población del norte de Gaza, con un impacto humanitario que desafía los límites de la resistencia. La ofensiva israelí, lejos de ser un episodio aislado, se inserta en un ciclo que combina violencia militar, sufrimiento civil y un entramado político complejo.
En definitiva, la clausura de la última ruta hacia el norte de Gaza no solo redefine la dinámica territorial del conflicto, sino que expone las tensiones entre seguridad, derechos humanos y geopolítica regional. La historia sigue abierta, pero las heridas ya son profundas y visibles.
Fuentes: Naciones Unidas, Ejército de Israel, ONG Human Rights Watch, análisis de expertos en Medio Oriente de la Universidad de El Cairo y Universidad Hebrea de Jerusalén.