
En el cierre de su campaña presidencial, el 13 de noviembre de 2025, José Antonio Kast volvió a aparecer protegido tras un vidrio antibalas durante su mitín masivo en Concepción, una escena que no pasó inadvertida y que reavivó el debate sobre el uso de medidas excepcionales en la política chilena.El acto público al aire libre se desarrolló en la Plaza de la Independencia de Concepción, donde el candidato republicano y socialcristiano desplegó una puesta en escena que remite a tácticas de figuras internacionales como Donald Trump.
Desde el comando de Kast se defendió la decisión argumentando que respondía a la contingencia y al nivel de exposición del candidato en un contexto de alta tensión electoral. "La medida busca prevenir cualquier incidente, no fue una recomendación de Carabineros ni existe una amenaza concreta", explicaron fuentes cercanas al candidato. Sin embargo, esta explicación no logró aplacar las críticas que surgieron desde diversos sectores.
Jeannette Jara, ministra y militante de la Democracia Cristiana, calificó el uso del vidrio antibalas como un signo de "temor a los chilenos". Para la exministra, esta protección no solo simboliza desconfianza hacia la ciudadanía sino también un distanciamiento preocupante entre el candidato y la sociedad.
Por otro lado, Marco Enríquez-Ominami, independiente y también aspirante a La Moneda, denunció una estrategia de manipulación del miedo, que según él, busca capitalizar la inseguridad ciudadana para obtener votos."Es un recurso para exacerbar temores y dividir al electorado", afirmó.
La polémica no se limita a la interpretación política, sino que también abre un debate sobre el clima social y la percepción de seguridad en Chile. Expertos en sociología política señalan que la exhibición de medidas como el vidrio antibalas en campañas electorales refleja un país con profundas fracturas y un ambiente de desconfianza mutua entre actores y ciudadanos.
Desde regiones, la recepción fue ambivalente. En Biobío, donde se realizó el mitín, algunos sectores valoraron la preocupación por la seguridad del candidato, mientras que otros lamentaron que la política se esté transformando en un espectáculo marcado por el miedo y la protección excesiva.
Esta escena se suma a un patrón observado en la campaña de Kast, quien ya había utilizado esta protección en Viña del Mar semanas antes.La repetición de esta imagen ha generado un efecto polarizador que divide a la opinión pública entre quienes la ven como una precaución necesaria y quienes la interpretan como un gesto de desconexión y teatralidad.
En definitiva, el uso del vidrio antibalas en la campaña de José Antonio Kast no solo es un hecho puntual de seguridad física, sino un símbolo cargado de significados que refleja las tensiones políticas, sociales y culturales que atraviesa Chile en esta etapa electoral.
La verdad que emerge es que el miedo y la inseguridad, reales o percibidas, se han convertido en herramientas políticas que pueden profundizar la fragmentación social. La consecuencia visible es un electorado cada vez más dividido, donde la protección personal del candidato se convierte en un espejo de la desconfianza generalizada.
Este episodio invita a reflexionar sobre la necesidad de reconstruir espacios políticos donde la seguridad no se exprese en símbolos de aislamiento, sino en políticas que fortalezcan la cohesión social y la confianza ciudadana.
2025-11-11