
Un cambio radical en la frontera
En 2025, las detenciones de migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México alcanzaron su nivel más bajo en cinco décadas, con solo 11.647 personas detenidas en septiembre, una caída drástica desde las 269.700 del mismo mes en 2023. Este descenso coincide con la administración de Donald Trump, quien retomó la presidencia prometiendo un control férreo de la frontera y una ofensiva migratoria que ha transformado el paisaje social y político en ciudades como El Paso, Texas.
Las calles que antes se llenaban de migrantes y campamentos improvisados ahora permanecen silenciosas, y los albergues que una vez atendieron a miles han cerrado o reducido drásticamente su capacidad. Para muchos residentes, esta nueva realidad representa un alivio tras años de lo que describen como "caos total".
Voces encontradas en la frontera
Para Demesio Guerrero, estadounidense naturalizado originario de México, la reducción del flujo migratorio ha significado recuperar la tranquilidad. "Hizo lo que tenía que hacer, donde tenía que hacerlo", afirma sobre Trump, reflejando el sentir de un sector que ve en la mano dura la solución a un problema que parecía fuera de control.
Sin embargo, esta visión no es unánime. Marisa Limón Garza, directora ejecutiva del Centro de Defensa de los Inmigrantes Las Américas, describe la situación como una "zona gris", donde la seguridad fronteriza ha dejado a miles de familias divididas y a muchos residentes enfrentando deportaciones inesperadas.
Datos del Centro de Acceso a Datos Transnacionales Clearinghouse revelan que más del 70% de las casi 60.000 personas detenidas a finales de septiembre no tenían antecedentes penales, muchos con años de residencia en Estados Unidos. Esto pone en evidencia la disonancia entre la narrativa oficial que enfatiza la persecución de "los peores delincuentes" y la realidad de las deportaciones masivas.
La paradoja de la Organización Trump
Mientras la administración Trump endurece las políticas migratorias y reduce el flujo fronterizo, la Organización Trump —el conglomerado empresarial del expresidente— ha incrementado en 2025 la contratación de trabajadores migrantes, superando los niveles de 2021.
Al menos 184 migrantes fueron contratados bajo el permiso temporal H-2B para trabajar en complejos como Mar-a-Lago y clubes de golf, según datos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU. Este contraste entre la retórica política y la práctica empresarial revela una compleja relación con la migración que desafía discursos simplistas.
Consecuencias visibles y retos futuros
La ofensiva migratoria ha generado una mezcla de alivio, temor y desarraigo en las comunidades fronterizas. Mientras algunos celebran la seguridad recuperada, otros enfrentan la ruptura de redes familiares y sociales, con residentes que ahora deben "enfrentar las consecuencias" de políticas que, aunque prometieron protección, han dejado heridas profundas.
"Ahora sabemos que algunas personas están despertando y dándose cuenta de que fueron engañadas", señala Garza, reflejando la creciente conciencia sobre el costo humano de estas medidas.
Este escenario plantea preguntas inquietantes sobre el equilibrio entre seguridad y derechos humanos, la coherencia entre discurso político y acción empresarial, y el futuro de una frontera que sigue siendo el epicentro de tensiones nacionales e internacionales.
En resumen, la realidad en la frontera estadounidense tras la ofensiva migratoria de Trump es un mosaico de éxitos administrativos y tragedias humanas, de certezas políticas y contradicciones prácticas, que invita a una reflexión profunda más allá de titulares inmediatos.