La democracia en jaque: autoritarismo, tecnología y crisis global en el debate público

La democracia en jaque: autoritarismo, tecnología y crisis global en el debate público
Actualidad
Política
2025-11-14
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- El auge de democracias autoritarias impulsadas por clases medias empobrecidas y desencantadas.

- La tecnología y la inteligencia artificial como nuevos actores que moldean y desafían la participación democrática.

- Crisis climática y justicia ambiental, factores que erosionan la legitimidad y cohesión social democrática.

La democracia liberal está en una encrucijada global. En los últimos meses, múltiples análisis y acontecimientos han confirmado un fenómeno que lleva años incubándose: la erosión de los fundamentos democráticos tradicionales, amenazados por dinámicas sociales, políticas y tecnológicas que tensionan su supervivencia.

En octubre de 2025, el académico José María Lassalle advirtió sobre un "totalitarismo democrático" que podría ser respaldado por los hijos de una clase media empobrecida y enfurecida, dispuesta a sacrificar la democracia liberal para obtener un orden y prosperidad bajo un liderazgo autoritario. Esta tendencia no es exclusiva de Europa o Estados Unidos, sino que resuena en América Latina y Chile, donde la desafección política y la pérdida de confianza en las instituciones son palpables.

La democracia liberal, concebida como un sistema que garantiza derechos humanos, participación y equilibrio institucional, se encuentra divorciada de esas promesas. Como ha señalado el director de Derecho Público Jaime Abedrapo, el respeto a la dignidad y los derechos humanos está siendo cuestionado por narrativas que alimentan el odio, la violencia arbitraria y la supremacía de algunos grupos, generando democracias con doble estándar y fracturas profundas.

En Estados Unidos, el ascenso y consolidación del populismo autoritario de Donald Trump ha significado un asalto directo a los contrapesos institucionales y la transparencia, con medidas que van desde la censura de información hasta la concentración del poder en el Ejecutivo. El llamado "Project 2025" revela una hoja de ruta para un Estado más autoritario, que desprecia la democracia liberal y sus controles.

En Chile, la calidad democrática también está bajo tensión. La reciente discusión sobre la obligatoriedad del voto y la participación de extranjeros en elecciones refleja un oportunismo político que desincentiva la participación ciudadana y profundiza la crisis de representación. Como observa el filósofo Max Colodro, esta "democracia a la medida" es un síntoma de deterioro político y moral, donde la legitimidad de las reglas se ajusta según intereses coyunturales.

Pero la crisis democrática no es solo política o institucional; está imbricada con transformaciones tecnológicas y sociales. El investigador Otto Granados expone cómo la inteligencia artificial (IA) y la revolución digital han modificado la cultura cívica, fragmentado el tejido social y cambiado la relación entre ciudadanos y actores políticos. La democracia digital y la algocracia emergente plantean dilemas inéditos: si bien pueden amplificar la voz ciudadana, también fomentan la polarización, la desinformación y la pérdida del pensamiento crítico. La sociedad se enfrenta a un escenario donde la participación real se diluye en la rapidez y superficialidad de la información mediada por algoritmos.

A esta compleja trama se suma la crisis climática, que actúa como catalizador y amplificador de las tensiones democráticas. Paulina Astroza Suárez destaca que el cambio climático genera fragmentación social, migraciones forzadas y conflictos por recursos, erosionando la cohesión y legitimidad de los gobiernos democráticos. La emergencia ambiental abre espacio a discursos autoritarios y desconfianza hacia las instituciones, al tiempo que pone en riesgo a activistas y defensores ambientales, especialmente en América Latina.

Tratados internacionales como el Acuerdo de Escazú buscan fortalecer la democracia ambiental garantizando acceso a la información, participación y protección a defensores, pero su implementación efectiva enfrenta resistencias y desafíos sustantivos.

En este escenario, las voces se multiplican y se dividen. Algunos sectores alertan sobre el riesgo inminente de un autoritarismo disfrazado de democracia, mientras otros llaman a renovar y fortalecer los sistemas democráticos tradicionales para enfrentar los desafíos del siglo XXI. El debate atraviesa fronteras ideológicas, generaciones y regiones, evidenciando una disonancia cognitiva colectiva que exige reflexión profunda.

Lo que queda claro es que la democracia, tal como la conocimos, está siendo puesta a prueba en múltiples frentes. La combinación de crisis sociales, políticas, tecnológicas y ambientales requiere respuestas integrales, que reconozcan la complejidad y diversidad de perspectivas, y que promuevan no solo la supervivencia formal de las instituciones, sino la revitalización de su sentido y legitimidad.

Para Chile y el mundo, la pregunta no es solo si la democracia sobrevivirá, sino cómo se transformará y qué valores y prácticas serán capaces de sostenerla en un futuro incierto y desafiante.