
El 30 de septiembre de 2025, el presidente Donald Trump firmó una orden que impone aranceles del 10% sobre las importaciones de madera blanda y madera aserrada, y gravámenes de hasta 25% sobre gabinetes de cocina, tocadores y productos de madera tapizados. Estas medidas, que entraron en vigor a partir del 14 de octubre, son la última apuesta del mandatario por fortalecer la industria local mediante impuestos a las importaciones, basándose en argumentos de seguridad nacional y resiliencia industrial.
Desde la perspectiva del gobierno estadounidense, estas acciones buscan 'fortalecer las cadenas de suministro, crear empleos de calidad y aumentar la capacidad nacional para productos de madera'. Sin embargo, la realidad del mercado inmobiliario y los actores del sector construcción presentan una narrativa distinta. Los constructores y desarrolladores han advertido que estos aranceles podrían aumentar los costos y desincentivar inversiones en nuevas viviendas y renovaciones, afectando directamente la disponibilidad y el precio de las casas, justo cuando la administración busca incentivar la compra de viviendas mediante una política monetaria más flexible.
El golpe más palpable recae en Canadá, que representa aproximadamente una quinta parte del mercado estadounidense de madera. Ya afectado por aranceles previos del 35,2% que buscaban contrarrestar supuestas subvenciones y prácticas de precios desleales, el nuevo paquete de impuestos añade presión a un sector que ve amenazadas sus exportaciones y relaciones comerciales. Desde Ottawa, la respuesta oficial ha sido de rechazo y preocupación, alertando sobre posibles represalias y el riesgo de tensiones comerciales más profundas.
En el Congreso estadounidense, la medida ha generado división. Legisladores proteccionistas apoyan la medida como necesaria para resguardar la industria nacional y la seguridad económica. Por otro lado, sectores más liberales y ligados al comercio exterior advierten que esta política puede desencadenar guerras comerciales, aumentar precios para el consumidor y perjudicar la cooperación internacional.
Además, la aplicación de estos aranceles bajo el artículo 232 de la Ley de Expansión Comercial, que permite gravámenes por razones de seguridad nacional, ha abierto un debate jurídico sobre la legitimidad y alcance de esta herramienta, especialmente en un contexto donde la Corte Suprema evalúa impugnaciones a aranceles similares.
Este movimiento se inscribe en una estrategia más amplia del gobierno Trump, que ha impuesto aranceles en sectores clave como acero, aluminio, paneles solares, semiconductores y minerales críticos. La intención declarada es reducir la dependencia extranjera y revitalizar la manufactura interna, pero los críticos señalan que estas políticas pueden fragmentar cadenas globales de valor y generar distorsiones económicas.
A un mes de la implementación, se observa que:
- Los precios de productos de madera en EE.UU. han experimentado un alza significativa, presionando a la industria de la construcción y a los consumidores finales.
- Canadá analiza medidas legales y diplomáticas para contrarrestar el impacto, mientras que otros socios comerciales buscan negociar tarifas diferenciadas.
- El debate político en EE.UU. refleja una tensión profunda entre el deseo de proteger empleos locales y la necesidad de mantener mercados abiertos y competitivos.
En definitiva, la decisión de Trump abre un escenario donde la tragedia recae sobre los actores económicos y sociales que deberán afrontar costos más altos y una dinámica comercial compleja, mientras la política busca equilibrar intereses contrapuestos en un tablero global cada vez más volátil.
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Fuentes: Bloomberg, Diario Financiero, análisis legislativo y reportes del sector construcción estadounidense.
2025-11-12
2025-11-12