La Sociedad Chilena en la Encrucijada: Entre Miedos, Desafíos y Cambios Generacionales

La Sociedad Chilena en la Encrucijada: Entre Miedos, Desafíos y Cambios Generacionales
Actualidad
Sociedad
2025-11-14
Fuentes
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- Miedo social y percepción distorsionada de inseguridad que erosiona la convivencia.

- Brechas generacionales profundas en valores, visiones políticas y expectativas.

- Tensiones sociales y desafíos estructurales que evidencian una crisis de confianza y justicia.

Chile enfrenta hoy una compleja encrucijada social, donde la percepción y realidad conviven en una tensión que atraviesa generaciones y sectores.

Según análisis de expertos y estudios recientes, Chile no es una sociedad con niveles de delincuencia comparables a otros países latinoamericanos, pero sí la que registra la percepción más alta de inseguridad en la región. Esta disonancia ha alimentado lo que algunos llaman una "sociedad del miedo", donde la desconfianza y el temor colectivo impactan la convivencia y la democracia.

Adolfo Estrella, sociólogo y psicólogo social, sostiene que "el miedo es antidemocrático" y que "una sociedad justa es una sociedad más segura". La inseguridad no es un problema aislado, sino el síntoma de una sociedad fracturada y con profundas injusticias.

En este escenario, la cultura del castigo y la criminalización de ciertos grupos se han instalado como respuestas simplistas, que no abordan las causas estructurales ni fortalecen el tejido social. La violencia y la inseguridad se politizan, mientras la impunidad y la falta de respuestas institucionales sólidas erosionan la confianza ciudadana.La impunidad, entendida como la ausencia de castigo efectivo, es señalada como uno de los principales males que afectan la legitimidad institucional y la sensación de abandono.

En paralelo, un estudio representativo de tres generaciones chilenas revela diferencias significativas en valores, percepciones y prioridades. Mientras los mayores se identifican con el esfuerzo y el compromiso, los jóvenes destacan la sensibilidad y el inconformismo.Las generaciones más jóvenes muestran una menor felicidad declarada y una confianza equitativa entre el Estado y el sector privado para impulsar la economía, a diferencia de las generaciones mayores, que confían más en los privados.

La historia política reciente sigue siendo un referente central en el imaginario colectivo: Augusto Pinochet y Salvador Allende son las figuras más relevantes para todas las generaciones, aunque la brecha en su valoración se estrecha entre los más jóvenes. El estallido social, por su parte, aparece con baja mención, reflejando quizás un distanciamiento o desgaste en su impacto simbólico.

En materia educativa, se observa una preocupante baja en la matrícula de carreras de humanidades y pedagogías, mientras áreas como psicología y tecnología crecen. Esta tendencia no es inocua: refleja una sociedad que prioriza la utilidad inmediata y la empleabilidad, pero que podría estar renunciando a la reflexión crítica, la empatía y el pensamiento ético, elementos esenciales para la cohesión social y la democracia.Como advierte Verónica Méndez, historiadora y profesora, "renunciar a las humanidades es renunciar a aquello que nos hace plenamente humanos".

En el ámbito laboral y productivo, la Sociedad Nacional de Agricultura ha hecho un llamado urgente a la regularización migratoria, subrayando la dependencia del sector agrícola en la mano de obra extranjera.Antonio Walker, presidente de la SNA, afirma que "no tenemos la fuerza laboral agrícola nacional para realizar todas esas labores que demanda la agricultura y por eso necesitamos a los inmigrantes". Esta postura ha generado reacciones encontradas, evidenciando la polarización que atraviesa temas migratorios y sociales.

Finalmente, la crisis de las humanidades y el debate sobre el sentido de lo humano en un mundo marcado por la aceleración tecnológica y la irrupción de nuevas corrientes ideológicas, como la neorreacción y el transhumanismo, ponen en jaque las bases mismas de la identidad y el proyecto social.

El sociólogo Alfredo Joignant advierte que "estamos presenciando una reconfiguración de lo humano que se instala con una ontología anti-racionalista, y que desafía tanto a la izquierda universalista como a las nuevas izquierdas identitarias".

Verdades y consecuencias que emergen:

- La inseguridad y el miedo social no se resuelven con mano dura ni discursos simplistas, sino con justicia social, fortalecimiento institucional y reconstrucción del tejido social.

- Las brechas generacionales reflejan no solo diferencias de edad, sino también de experiencias, expectativas y valores que deben ser comprendidos para diseñar políticas inclusivas.

- La educación y la cultura son pilares fundamentales para la cohesión social; su abandono puede profundizar la fragmentación y el individualismo.

- La migración y la diversidad son desafíos inevitables que requieren diálogo, regulación y reconocimiento de derechos y responsabilidades.

- La crisis de las humanidades y los debates sobre la identidad humana en la era tecnológica obligan a repensar el proyecto social y político chileno, para evitar que fuerzas reaccionarias o tecnocráticas definan el futuro sin participación ciudadana.

Chile, pues, se encuentra en un momento decisivo, donde sus contradicciones y desafíos deben ser enfrentados con profundidad, pluralidad y valentía, para evitar que la tragedia social se convierta en catástrofe democrática.