
En un escenario político donde la decepción y la polarización se han instalado con fuerza, el reciente intercambio entre José Antonio Kast y Marco Enríquez-Ominami (ME-O) ofrece un retrato nítido de la crisis que atraviesa el país en materia constitucional y electoral.El 28 de septiembre de 2025, ME-O acusó directamente a Kast de ser responsable del fracaso del segundo proceso constituyente, señalando que no se han aprendido lecciones y criticando la falta de propuestas claras para desbloquear la situación actual.
Desde la mirada de ME-O, el fracaso no es exclusivo de un sector. "Usted fue incapaz de construir un camino distinto... usted también fracasó", afirmó en una reunión con vecinos de San Bernardo, apuntando a Kast como parte del problema que ha llevado a la parálisis política.Este reproche se enmarca en un contexto donde ambos procesos constitucionales, el primero impulsado por la izquierda y el segundo con fuerte influencia de la derecha, terminaron en rechazo popular.
Por su parte, el entorno de Kast ha defendido la necesidad de mantener un enfoque conservador y ha cuestionado la viabilidad de los cambios propuestos por la izquierda, argumentando que la estabilidad y el orden son prioritarios para el país. Esta postura, sin embargo, ha sido criticada por ME-O y otros sectores, que ven en la rigidez una barrera para la innovación política.
Un punto clave del debate es la falta de autocrítica de los principales actores políticos. ME-O denuncia que ninguna de las candidaturas relevantes ha hecho un análisis honesto de sus errores, lo que perpetúa un ciclo de propuestas poco viables y promesas incumplibles. "No hay ninguna lección aprendida", insiste ME-O, cuestionando programas que prometen más gasto público sin explicar cómo financiarlo.
Esta crítica se extiende a la gestión pública, donde la ineficiencia y la falta de cumplimiento de compromisos, como en el área de vivienda social, alimentan la desconfianza ciudadana y exacerban el desencanto con las instituciones.La reducción presupuestaria en áreas sensibles y la imposibilidad de cumplir contratos públicos evidencian una crisis administrativa que trasciende la disputa electoral.
En barrios como San Bernardo, donde se desarrolló el encuentro de ME-O, la frustración es palpable. Vecinos y organizaciones sociales expresan cansancio ante la promesa incumplida y la polarización que dificulta acuerdos mínimos para avanzar en temas urgentes como seguridad, empleo y servicios básicos.
Al mismo tiempo, sectores más conservadores refuerzan la narrativa de que la izquierda ha sido incapaz de ofrecer estabilidad y que la única salida es un retorno a políticas más rígidas, aunque ello implique sacrificar reformas profundas.
El desencuentro entre Kast y ME-O no es solo un rifirrafe presidencial; es el reflejo de un país que aún no logra digerir sus heridas constitucionales y políticas. Dos procesos fallidos, una ciudadanía dividida y una clase política que rehúye la autocrítica configuran un escenario de incertidumbre.
Mientras las campañas electorales avanzan hacia 2026, la clave estará en si los candidatos pueden superar la lógica del enfrentamiento y construir propuestas creíbles y sostenibles. Por ahora, la escena está marcada por la repetición de errores y la profundización de las fracturas, dejando a Chile en una encrucijada que exige más que discursos: requiere responsabilidad y visión de largo plazo.
---
Fuentes: La Tercera (28-09-2025), análisis de expertos en política chilena, testimonios ciudadanos de San Bernardo.
2025-11-11