
El 26 de septiembre de 2025, un episodio trágico sacudió la comuna de Chiguayante, en la Región del Biobío. Una mujer de 64 años fue acusada de asesinar a sus dos hijos adultos, una hija de 39 y un hijo de 35, disparándoles a corta distancia en la cabeza con dos revólveres de calibres .22 y .32. La hija murió en el lugar, mientras que el hijo falleció dos días después en el Hospital Regional de Concepción, donde permaneció en estado crítico.
La madre huyó tras el ataque, abandonando el vehículo de uno de sus hijos en la comuna de Coihueco, Región de Ñuble, y fue detenida casi 48 horas después, portando un arma de fuego. La escena del crimen fue hallada por el padre de los jóvenes, quien además dio cuenta de mensajes y notas previas que sugerían una intención detrás del acto.
Durante la formalización, la Fiscalía presentó un mensaje de WhatsApp enviado por la acusada a su esposo, en el que se lee: 'Perdóname, no quería que tú sufrieras, solo quise salvarlos para que no sufrieran más. No llores, por favor, te quiero mucho. Te iba a esperar, pero no pude, estoy lejos con mi perrito, no sé qué hacer.' También se aludió a una carta encontrada en el domicilio, cuya autoría se atribuye a la mujer y que contiene una despedida y la distribución de bienes.
En ese escrito, la imputada expresaba que su hijo era "demasiado introvertido" y que su hija enfrentaba problemas por su "condición de talla baja", concluyendo que ninguno de los dos era feliz y que la mejor solución era quitarles la vida.
La defensa planteó la hipótesis de un "homicidio altruista", argumentando que la mujer actuó movida por la intención de aliviar el sufrimiento de sus hijos. Sin embargo, el tribunal desestimó esta postura por falta de pruebas que acreditaran una imputabilidad disminuida y decretó prisión preventiva por considerar que la libertad de la acusada representa un peligro para la sociedad.
El juez Jaime González Orrico fundamentó esta decisión en la gravedad del hecho, la forma en que fue cometido y la pena legal que amenaza estas conductas. La investigación, que tiene un plazo de cinco meses, continúa en curso.
Este caso ha generado distintas interpretaciones y debates en la sociedad chilena. Por un lado, algunos sectores abogan por analizar con profundidad los factores psicológicos y sociales que pudieron llevar a esta mujer a cometer un acto tan extremo, apuntando a la necesidad de fortalecer la salud mental y los sistemas de apoyo familiar.
Por otro lado, hay quienes enfatizan la responsabilidad penal y la necesidad de justicia para las víctimas, rechazando cualquier justificación que pueda relativizar la gravedad del crimen.
Desde la perspectiva regional, la tragedia ha conmocionado a la comunidad de Chiguayante y sus alrededores, que aún lidian con el impacto emocional y social que deja un parricidio, un fenómeno que desafía el entendimiento común y la estructura familiar tradicional.
- Los hechos están documentados con evidencia balística y testimonios que apuntan a la autora como única responsable.
- No se han encontrado indicios concluyentes que acrediten una disminución de la imputabilidad, aunque la investigación sigue abierta.
- El caso pone en evidencia la complejidad de los vínculos familiares y la importancia de abordar la salud mental en todas las etapas de la vida.
En definitiva, este doble parricidio en Chiguayante es una tragedia que no solo deja dos vidas truncadas, sino que también abre un espacio para la reflexión profunda sobre los límites del amor, el sufrimiento y la justicia en nuestra sociedad.
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Fuentes consultadas: BioBioChile, Cooperativa, InformadorChile, Poder Judicial Chile.