
En un escenario que se ha ido configurando con la calma tensa de un duelo en el coliseo político chileno, la candidata oficialista Jeannette Jara Román encabeza la intención de voto con un 30%, mientras que José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, es percibido por un 35% de la ciudadanía como el futuro presidente. Esta paradoja, que se mantiene desde hace semanas, no es solo una estadística sino un síntoma profundo de las fracturas y expectativas que atraviesan a Chile en este ciclo electoral.
El duelo entre Jara y Kast no solo enfrenta dos candidaturas, sino dos visiones y narrativas del país. Por un lado, Jara representa la continuidad del oficialismo y una agenda de reformas sociales y laborales que busca consolidar un modelo de desarrollo más inclusivo. Por otro, Kast encarna una derecha conservadora que apela a la seguridad, el orden y una crítica frontal a la gestión actual.
“El liderazgo en la intención de voto no garantiza la presidencia; la percepción de quién ganará refleja la confianza en la capacidad de movilización y el relato político”, explica el politólogo Rodrigo Valenzuela, quien señala que este fenómeno no es exclusivo de Chile, sino que se observa en democracias con alta polarización.
Desde la perspectiva regional, la ventaja de Jara se concentra en sectores urbanos y del centro-sur, mientras Kast mantiene fuerte arraigo en zonas rurales y del norte, donde la agenda de seguridad y orden público resuena con mayor fuerza. “En regiones, la elección se vive con una intensidad distinta, donde las demandas locales y las percepciones sobre el futuro pesan más que las campañas nacionales”, comenta la socióloga María Fernanda Soto.
En el plano social, la ciudadanía se encuentra dividida. Un 21% declara que votaría nulo o blanco en un eventual balotaje entre Jara y Kast, reflejando desencanto o rechazo a ambas opciones. Esta cifra no es menor y pone en evidencia una crisis de representatividad y confianza en los actores políticos tradicionales.
Los escenarios de segunda vuelta muestran una competencia cerrada: Kast supera a Jara por nueve puntos en un enfrentamiento directo, pero la alta proporción de votos nulos o en blanco puede ser decisiva. Alternativamente, Jara mantiene ventajas frente a otros candidatos como Evelyn Matthei, Franco Parisi y Johannes Kaiser, aunque con márgenes que no garantizan estabilidad.
Este escenario complejo se enmarca en un contexto de creciente fragmentación política y social, donde las expectativas sobre el futuro del país oscilan entre la esperanza de reformas profundas y el temor a la inestabilidad.
En definitiva, la elección presidencial de 2025 no solo definirá un nombre, sino que expondrá las tensiones y contradicciones de una sociedad que busca su rumbo. La paradoja entre intención de voto y percepción presidencial invita a repensar las dinámicas del poder y la influencia en la política chilena.
La carrera está abierta, pero el desenlace dependerá no solo de las urnas, sino de la capacidad de los candidatos para conectar con una ciudadanía que exige más que promesas: exige certezas y respuestas concretas.
Fuentes consultadas: Criteria Research (2025), entrevistas a expertos en política y sociología chilena, análisis regionales y sociales.
2025-11-11