El espectáculo de fuerza de Trump: La militarización que divide a Estados Unidos

El espectáculo de fuerza de Trump: La militarización que divide a Estados Unidos
Internacional
Estados Unidos
2025-11-14
Fuentes
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- Militarización urbana en ciudades clave.

- Choque federalismo vs. estados en defensa de la democracia.

- Riesgo real de autoritarismo bajo una narrativa de seguridad y miedo.

En septiembre de 2025, Estados Unidos vivió un giro inquietante con el despliegue masivo de tropas de la Guardia Nacional y Marines en ciudades como Chicago, Los Ángeles y Nueva York. Este despliegue, ordenado por la administración Trump, se presentó como una medida para combatir la violencia urbana y restaurar el orden. Sin embargo, a más de un mes de ocurrido, el análisis profundo revela una historia más compleja y polarizadora que va mucho más allá de la seguridad pública.

Un choque frontal entre federalismo y autonomía estatal

La reacción de los gobiernos estatales fue inmediata y diversa. Gobernadores demócratas, como J.B. Pritzker en Illinois, rechazaron la presencia militar en sus ciudades, argumentando que la Constitución prohíbe el uso de fuerzas armadas para funciones policiales. Este rechazo se ha interpretado como una forma de “soft secesión”, una negativa institucional a acatar órdenes federales que, en la práctica, pone en jaque la autoridad del gobierno central.

Por otro lado, el gobierno federal insistió en que la militarización era necesaria para combatir una supuesta ola de violencia y desorden. “Estamos defendiendo la seguridad de los ciudadanos frente a un caos creciente”, declaró un alto funcionario de la Casa Blanca, marcando una línea dura que divide al país.

Perspectivas contrapuestas: ¿seguridad o autoritarismo?

Desde la izquierda política y sectores progresistas, se denuncia que la maniobra es un espectáculo de fuerza con claras intenciones autoritarias. “Esto no es una cuestión de seguridad, sino un intento deliberado de intimidar y militarizar la vida civil”, señaló una activista de derechos humanos en Nueva York.

En contraste, sectores conservadores y parte del electorado respaldan la medida, cansados de la percepción de inseguridad y el aumento de la violencia en ciertas zonas urbanas. Para ellos, la presencia militar es un símbolo de orden y protección.

La ciudadanía como espectadora y protagonista

Entre la población, el efecto ha sido ambivalente. Para comunidades vulnerables, como inmigrantes indocumentados o jóvenes de barrios populares, la militarización ha significado miedo y exclusión. Muchos reportan un aumento en las detenciones arbitrarias y un clima de tensión constante.

Mientras tanto, otros ciudadanos expresan alivio y apoyo, convencidos de que la mano dura es la única vía para recuperar la tranquilidad en sus barrios.

Consecuencias visibles y lecciones para la democracia

Este episodio deja en evidencia que la militarización interna, lejos de ser una solución técnica, es un fenómeno político cargado de simbolismos y riesgos profundos. La ilegalidad de usar fuerzas armadas para funciones policiales es clara, pero la falta de mecanismos efectivos para frenar esta práctica revela grietas en el sistema democrático estadounidense.

Además, la fractura entre el gobierno federal y los estados plantea interrogantes sobre la estabilidad del federalismo y la capacidad de Estados Unidos para manejar crisis internas sin erosionar sus valores democráticos.

Como concluye el historiador Timothy Snyder, “El verdadero peligro no es la amenaza externa, sino la autoinvasión: cuando un país se militariza contra su propia gente, la democracia está en juego.”

En definitiva, la “show of force” de Trump no solo ha sido un despliegue de soldados en las calles, sino un ensayo de autoritarismo que obliga a la sociedad estadounidense a decidir si cede ante el miedo o si defiende con coraje sus instituciones y derechos fundamentales.