
Una caída sin precedentes
En 2025, Chile registró una tasa global de fecundidad de apenas 1,03 hijos por mujer, la más baja en su historia y una de las más bajas del mundo. Este dato no solo marca un récord negativo, sino que abre un escenario de profundas transformaciones sociales y económicas. La baja natalidad no es un fenómeno aislado ni temporal, sino el resultado de una compleja interacción de factores estructurales que limitan la autonomía reproductiva de las personas.
El rostro invisible de la infertilidad estructural
Un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (2025) revela que casi uno de cada cinco adultos en edad reproductiva en Chile siente que no podrá tener el número de hijos que desea. Las razones no son meramente personales o culturales, sino que están atravesadas por obstáculos tangibles: precariedad económica, inseguridad laboral, falta de acceso a vivienda adecuada y un contexto político inestable.
“No basta con decir que las personas no quieren tener hijos. Muchos simplemente no pueden formar las familias que anhelan”, explica Martina Yopo Díaz, académica de la PUC, quien ha estudiado el fenómeno en profundidad. Este concepto de infertilidad estructural invita a mirar más allá de las decisiones individuales para comprender las barreras sistémicas que restringen la parentalidad.
Voces en el coliseo: política, sociedad y economía en pugna
En el escenario político, las respuestas han sido variadas y, en algunos casos, contradictorias. Algunos sectores abogan por políticas de apoyo directo a la familia, como subsidios para la vivienda y mejoras en la seguridad social que permitan mayor estabilidad. Otros, en cambio, alertan que estas medidas son insuficientes sin un cambio profundo en el mercado laboral y en la distribución del ingreso.
“Sin garantías laborales y condiciones económicas dignas, cualquier incentivo será solo un parche temporal”, sostiene un representante de organizaciones sindicales. Mientras tanto, desde la sociedad civil, se alzan voces que reclaman un enfoque más integral que considere también la salud reproductiva, la educación sexual y la igualdad de género.
Impactos visibles y desafíos futuros
Las consecuencias de esta crisis demográfica ya comienzan a sentirse. El envejecimiento acelerado de la población amenaza la sustentabilidad de los sistemas de pensiones y salud, además de presionar la economía con una fuerza laboral menguante. La educación y el mercado laboral deberán adaptarse a un nuevo perfil demográfico, mientras que la política pública enfrenta el reto de diseñar soluciones que reconozcan la complejidad del problema.
Los datos del INE y los estudios internacionales coinciden en que, sin cambios estructurales, la tendencia a la baja en la natalidad continuará, con efectos profundos para la sociedad chilena.
Conclusión: una verdad incómoda para enfrentar
La crisis de natalidad en Chile no es solo una cuestión demográfica, sino un espejo que refleja las desigualdades y fragilidades del país. La infertilidad estructural desnuda la tensión entre el deseo individual y las condiciones colectivas, entre la voluntad de formar una familia y las barreras materiales que lo impiden.
Entender esta realidad con profundidad y pluralidad de miradas es el primer paso para pensar políticas y estrategias que permitan no solo revertir la tendencia, sino construir un futuro donde la parentalidad sea una opción real y digna para todos los chilenos.
2025-11-02