El distanciamiento de Jeannette Jara del PC: un desafío a la unidad del progresismo chileno

El distanciamiento de Jeannette Jara del PC: un desafío a la unidad del progresismo chileno
Actualidad
Política
2025-11-15
Fuentes
cambio21.cl elpais.com www.latercera.com cambio21.cl cambio21.cl cambio21.cl www.latercera.com cooperativa.cl cambio21.cl www.latercera.com elpais.com elpais.com www.latercera.com cambio21.cl

- Disputa interna sobre la militancia de Jeannette Jara en el PC.

- Tensiones visibles entre partidos de la coalición Unidad por Chile.

- Estrategia electoral en juego para las próximas elecciones presidenciales.

En un escenario político marcado por la fragmentación y las disputas internas, el caso de Jeannette Jara —candidata presidencial de la coalición Unidad por Chile— ha puesto en evidencia las tensiones que atraviesan a la izquierda chilena. El 25 de septiembre de 2025, Flavia Torrealba, presidenta de la Federación Regionalista Verde Social (FREVS), instó públicamente a Jara a distanciarse del Partido Comunista (PC), partido en el que milita desde su adolescencia. Esta solicitud no es un llamado menor: implica cuestionar la identidad política y el equilibrio de fuerzas dentro del progresismo nacional.

El origen del conflicto se remonta a meses atrás, cuando Jara enfrentó críticas internas y externas por su relación con el PC, especialmente tras señalar la "falta de fraternidad" del presidente de esa colectividad, Lautaro Carmona. En julio de 2025, la polémica escaló cuando Daniel Jadue, exalcalde de Recoleta, adelantó públicamente la intención de Jara de suspender su militancia en el PC como gesto de apertura hacia otras fuerzas políticas. Sin embargo, la candidata retrocedió ante la presión interna, manteniendo su afiliación.

Desde la perspectiva de Torrealba y sectores del FREVS, la independencia de Jara de cualquier partido es una estrategia necesaria para fortalecer la unidad de los nueve partidos que conforman la coalición. "Ella es la candidata de la coalición y debe dar señales claras de independencia", afirmó Torrealba, subrayando que en el actual clima de desconfianza hacia los partidos políticos, una candidatura desvinculada institucionalmente puede ser mejor valorada por la ciudadanía. Este enfoque busca evitar que las disputas partidarias diluyan el mensaje progresista y polaricen a los electores.

Por otro lado, desde el PC y sus simpatizantes, la militancia de Jara es vista como un ancla de coherencia ideológica y un símbolo de compromiso con las bases históricas del progresismo chileno. Un dirigente comunista consultado para este análisis señaló que "la fuerza de la candidatura radica en su capacidad de representar una identidad política clara, y la desvinculación podría interpretarse como una renuncia a principios fundamentales". Esta postura refleja una tensión entre pragmatismo electoral y fidelidad ideológica.

A nivel social y regional, la controversia ha provocado reacciones diversas. En zonas donde el PC mantiene fuerte arraigo, la militancia de Jara es percibida como un respaldo a políticas de justicia social y redistribución. En cambio, en sectores urbanos y emergentes, la demanda por candidaturas independientes y menos institucionalizadas gana terreno, reflejando un desencanto con las estructuras tradicionales.

Este debate se enmarca en un contexto más amplio de crisis de representación política en Chile, donde la desafección ciudadana hacia los partidos tradicionales se traduce en volatilidad electoral y búsqueda de nuevas formas de participación. Según encuestas recientes de CEP y Cadem, la confianza en los partidos políticos apenas supera el 15%, mientras que las candidaturas independientes registran una valoración más favorable.

Al analizar las consecuencias de este episodio, se puede concluir que el distanciamiento de Jara del PC no es solo una cuestión personal o partidaria, sino un síntoma de las dificultades que enfrentan las coaliciones amplias para consolidar una narrativa común sin sacrificar identidades propias. La eventual decisión de Jara sobre su militancia podría redefinir las alianzas internas y el rumbo de la izquierda chilena en la próxima década.

En definitiva, el caso expone una disonancia cognitiva constructiva: la tensión entre unidad y autonomía, entre coherencia ideológica y pragmatismo electoral, que obliga a los actores políticos y a la ciudadanía a repensar las formas de representación y liderazgo en un Chile que busca reinventarse tras años de crisis y movilizaciones sociales.