
En septiembre de 2025, Michelle Bachelet fue propuesta como candidata chilena para liderar la Secretaría General de Naciones Unidas, un nombramiento que, lejos de unificar, puso en escena un choque político que aún reverbera en el país.El 25 de septiembre, el Presidente Gabriel Boric defendió públicamente la candidatura de Bachelet ante la Asamblea General de la ONU, destacando su trayectoria y el rol que podría cumplir representando a Chile en un mundo cada vez más fragmentado.
Sin embargo, esta defensa no estuvo exenta de controversia.José Antonio Kast, candidato presidencial de derecha, criticó la forma en que se gestionó la nominación, reclamando falta de consulta a los demás aspirantes presidenciales y cuestionando el carácter unilateral del anuncio presidencial. "Habría sido bueno que nos hubiese invitado a un cafecito", declaró Kast, evidenciando la sensación de exclusión que permeó en sectores opositores.
Desde el oficialismo, Boric respondió con firmeza, resaltando el apoyo transversal que la candidatura había recibido, incluyendo voces opositoras relevantes como Manuel José Ossandón y Matías Walker. Para el mandatario, Bachelet encarna "una candidatura de Estado" que trasciende diferencias partidarias.
Este episodio expuso una tensión profunda: mientras el Gobierno apuesta por una representación internacional que proyecte unidad y continuidad estatal, la oposición lo percibe como un ejercicio de poder presidencial que ignora la pluralidad política interna.
"No me extraña que de Kast u otros se plantee esto desde una mirada crítica, pero estoy orgulloso de Chile y que presentemos como Estado a Michelle Bachelet", afirmó Boric. Por su parte, Kast y sus seguidores mantienen que la falta de diálogo previo refleja una práctica poco democrática y que podría afectar la legitimidad de la candidatura.
Más allá del debate político, la candidatura de Bachelet tiene implicancias para la imagen internacional de Chile. Su experiencia en salud, defensa y derechos humanos, sumada a su paso previo por la ONU, la posicionan como una figura capaz de tender puentes en un escenario global polarizado.
Sin embargo, el episodio también evidenció la fragilidad de la unidad nacional en torno a proyectos de Estado, especialmente en un contexto electoral convulsionado y polarizado.
En conclusión, la nominación de Bachelet como candidata a la Secretaría General de la ONU ha revelado más que una disputa diplomática: ha puesto en evidencia las divisiones políticas internas y la dificultad de construir consensos amplios en Chile. La candidatura, aunque valorada internacionalmente, se enfrenta a un desafío doméstico que podría marcar la agenda política hasta las próximas elecciones.
Los hechos confirman que en Chile, la política exterior y la política interna están intrínsecamente ligadas, y que cualquier iniciativa estatal de proyección internacional debe considerar con cuidado las tensiones y la pluralidad que caracterizan al país.