
El cierre de campaña presidencial del 2025 dejó al desnudo mucho más que aspiraciones electorales: Evelyn Matthei, Jeannette Jara y José Antonio Kast protagonizaron el jueves 14 sus actos finales en Santiago, Valparaíso y Concepción respectivamente, en una jornada que evidenció las profundas fracturas políticas y sociales que atraviesan al país.
Matthei reunió a miles en el Estadio Santa Laura, en la comuna de Independencia, con un espectáculo que combinó música en vivo y una atmósfera de celebración. Su campaña, que amalgama a Chile Vamos, Demócratas y Amarillos, apostó por un mensaje de orden y continuidad, buscando seducir a un electorado que anhela estabilidad tras años de convulsión.
En contraste, Jeannette Jara eligió la Plaza Sotomayor de Valparaíso para cerrar su campaña, acompañada de grupos musicales y un acto que buscó representar la diversidad y el compromiso social del pacto Unidad por Chile, que reúne al oficialismo y la Democracia Cristiana. Su enfoque se centró en la justicia social y la inclusión, intentando capitalizar el descontento con las desigualdades persistentes.
Por último, José Antonio Kast cerró en Concepción, protegido tras un vidrio blindado, un gesto que no pasó inadvertido y que suscitó críticas y debates sobre el clima de seguridad y la violencia política. Su discurso apeló a la firmeza y al orden, en línea con su base electoral más conservadora y preocupada por la inseguridad.
Desde la centroizquierda, analistas destacan que la campaña de Jara representa una apuesta por recomponer el tejido social, aunque reconocen que la fragmentación interna del oficialismo dificulta construir un relato unificado. "La diversidad interna puede ser una fortaleza, pero también un riesgo si no se logra cohesionar un mensaje claro", señala la politóloga Catalina Rojas.
En el espectro de derecha, la figura de Matthei ha sido valorada por su capacidad para atraer sectores moderados, aunque su alianza con Demócratas y Amarillos genera tensiones con la derecha más dura representada por Kast. Este último, por su parte, polariza a la opinión pública: sus seguidores lo ven como un baluarte frente a la inseguridad, mientras sus detractores lo acusan de exacerbar divisiones.
En las regiones, el cierre en Concepción de Kast tuvo un simbolismo particular, reflejando la importancia del sur en esta elección y la preocupación por la violencia rural y conflictos territoriales. En Valparaíso, Jara capitalizó su historia local y su vínculo con movimientos sociales, mientras en Santiago, Matthei apeló a la urbanidad y la gestión pública.
Entre el fervor de los actos y las tensiones evidentes, la ciudadanía se mantiene expectante y crítica. Encuestas recientes muestran un electorado dividido, con una creciente desconfianza hacia los partidos tradicionales y una demanda clara por soluciones concretas a problemas estructurales como la desigualdad, la seguridad y la gobernabilidad.
"Más allá de las promesas, queremos ver compromisos reales y capacidad de diálogo", comenta Juan Pérez, dirigente social de Valparaíso, reflejando el sentir de muchos.
A una jornada que parecía solo un ritual electoral, se suman las evidencias de una sociedad fragmentada, con discursos que no solo compiten por votos sino que reflejan visiones contrapuestas sobre el futuro de Chile. La campaña finalizó, pero el desafío para los candidatos será construir puentes en un país donde la polarización amenaza con profundizarse.
Las próximas semanas serán decisivas para comprobar si estos liderazgos pueden transformar la tensión en diálogo, o si, por el contrario, la elección profundizará las grietas, con consecuencias que irán más allá del resultado electoral.
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Fuentes: Diario Financiero (14/11/2025), declaraciones de expertos en análisis político, voces ciudadanas recogidas en terreno.
2025-11-11