
Un anuncio que tomó por sorpresa a la clase política y diplomática chilena se concretó el 22 de septiembre, cuando la expresidenta Michelle Bachelet confirmó su candidatura a la Secretaría General de la ONU en el discurso del Presidente Gabriel Boric ante la Asamblea General. Este gesto público, que parecía un acto de respaldo oficial, fue el desenlace de un proceso que, hasta entonces, se había desarrollado con sigilo y dudas internas.
El camino de Bachelet hacia esta postulación estuvo marcado por una mezcla de expectativas, incertidumbres y maniobras diplomáticas. Desde mediados de 2024, la expresidenta mantuvo una ambigua postura pública, alternando entre el interés y la cautela. En privado, su círculo más cercano la describía como "muy cómoda" en su rol internacional actual, sin la carga de un cargo político formal. "Me están pidiendo mucho que vaya... No se imaginan la cantidad de llamados que recibo", confesó en julio a un grupo íntimo de amigas.
La candidatura no solo responde a un impulso personal sino también a presiones externas e internas. La comunidad internacional, especialmente países aliados y feministas, apoyaban la idea de que por primera vez una mujer liderara la ONU. Sin embargo, la competencia es dura, con candidatas como la ministra mexicana Alicia Bárcenas, quien habría acordado no postular si Bachelet confirmaba su candidatura.
En Chile, la manera en que el gobierno manejó la candidatura generó tensiones. El canciller Alberto van Klaveren presentó el tema de manera informal y tardía a un consejo de excancilleres, sin un debate serio ni consenso político. Las oposiciones criticaron la falta de sociabilización y la improvisación, señalando que la campaña quedará en manos del próximo gobierno, que podría no compartir la misma visión.
Alfonso Silva, exembajador en Estados Unidos, resumió la crítica: "Si quieres que esta sea una candidatura país, lo mínimo era socializarla. Esto es algo que deberíamos haber discutido con mucho cuidado".
La urgencia del anuncio se explica por varios factores. La Asamblea General de la ONU podría adelantar el plazo para la presentación de candidaturas, y el gobierno buscaba asegurar el compromiso de Bachelet y su respaldo durante los próximos seis meses, antes del cambio de mando presidencial en marzo. Además, la estrategia oficial buscaba frenar a eventuales competidores internacionales y consolidar apoyos en el Consejo de Seguridad, aunque esta etapa apenas comienza y es altamente incierta.
Desde una mirada más amplia, la candidatura de Bachelet representa un desafío que trasciende lo personal y lo político: es una apuesta por el posicionamiento internacional de Chile en un momento de tensiones globales y regionales. Su legado en ONU Mujeres y como alta comisionada de Derechos Humanos ha sido valorado por su empatía y capacidad de diálogo, atributos que podrían ser esenciales para liderar una organización que enfrenta críticas y desafíos sin precedentes.
Sin embargo, esta candidatura también refleja las fracturas internas del país. La falta de un respaldo transversal y el manejo precipitado evidencian la dificultad para construir consensos en temas estratégicos. Un dirigente oficialista reconoció que "hacer el anuncio ahora le da certeza a Bachelet de tener al gobierno comprometido, algo que no está garantizado para el próximo período".
En definitiva, el anuncio de la candidatura de Michelle Bachelet a la Secretaría General de la ONU es más que una noticia: es un espejo de las complejidades políticas, diplomáticas y sociales que atraviesa Chile. La historia que aún está por escribirse pondrá a prueba la capacidad del país para unirse en torno a un proyecto internacional que podría elevar su perfil global, o bien evidenciar aún más las divisiones internas.
Verdades y consecuencias:
- La candidatura de Bachelet se oficializó sin un consenso político amplio ni una estrategia de campaña definida.
- El gobierno actual asumió un rol activo, pero con prisas y sin integrar a todos los actores relevantes.
- El proceso internacional es complejo, con múltiples actores y etapas que Chile deberá navegar con habilidad diplomática.
- Internamente, la candidatura expone la fragilidad del diálogo político y la necesidad de construir mayor confianza para proyectos de Estado.
Fuentes consultadas incluyen a excancilleres, diplomáticos, especialistas en política internacional y documentos oficiales de Cancillería, junto a análisis de medios como La Tercera y testimonios de cercanos a la exmandataria.
Este episodio invita a reflexionar sobre cómo Chile enfrenta sus desafíos globales y nacionales, en una encrucijada donde la paciencia, la estrategia y la unidad serán decisivas.