Metro de Santiago inaugura centros de salud en estaciones: ¿Un cambio real en el acceso sanitario?: La alianza público-privada que desafía la rutina urbana

Metro de Santiago inaugura centros de salud en estaciones: ¿Un cambio real en el acceso sanitario?: La alianza público-privada que desafía la rutina urbana
Actualidad
Sociedad
2025-11-15
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- Acceso sanitario integrado en estaciones de Metro

- Prevención como eje central en un sistema tradicionalmente reactivo

- Debate social y político sobre modelo público-privado y equidad

El pasado 23 de octubre marcó un hito poco común en la historia del transporte y la salud pública en Santiago. Fast Clinic, una empresa fundada por médicos provenientes del sector privado, inauguró sus primeros centros de atención médica dentro de las estaciones Los Leones y Hospital El Pino del Metro de Santiago. Esta iniciativa, apoyada por el directorio del Metro, busca transformar la rutina diaria de miles de usuarios en una oportunidad para la prevención y el acceso rápido a servicios básicos de salud.

Una propuesta disruptiva en la ciudad

La idea de integrar centros de salud en estaciones de metro no es solo una cuestión de conveniencia, sino un intento explícito de acercar la atención médica a las personas en sus trayectos cotidianos. Camilo Rozas, gerente general de Fast Clinic, afirmó que "en la medida que estemos más cerca de las personas, estas tienen mayor posibilidad de cuidarse". La empresa ofrece servicios que van desde exámenes de laboratorio, ecografías, hasta chequeos preventivos y atención de enfermería, con un equipo multidisciplinario que atiende tanto a afiliados de Fonasa como de isapres.

Perspectivas encontradas: innovación versus riesgos de privatización

El entusiasmo por esta alianza público-privada se contrapone con voces críticas que advierten sobre posibles riesgos. Desde sectores progresistas y organizaciones sociales, se cuestiona si esta modalidad podría profundizar la desigualdad en el acceso a la salud, privilegiando a quienes usan el Metro y dejando fuera a quienes dependen exclusivamente de la red pública tradicional. Una dirigente vecinal de San Bernardo señaló que "la salud no puede ser un servicio más dentro del transporte; debe garantizarse como un derecho universal, no un privilegio para quienes pueden desplazarse en metro".

Por otro lado, funcionarios públicos y expertos en salud pública valoran la iniciativa como un paso hacia la desburocratización y modernización del sistema, enfatizando el foco en la prevención. Un académico de la Universidad de Chile comentó que "la integración de servicios en espacios urbanos de alta concurrencia puede ser un modelo replicable, siempre que se garantice calidad, continuidad y no se transforme en un parche para un sistema fragmentado".

Impacto concreto y desafíos futuros

Desde la inauguración, se han abierto centros adicionales en estaciones como Universidad de Chile, Quilicura y Cerro Blanco, con planes de expandirse a otras líneas. La alianza contempla incluso que el pasaje del Metro esté incluido para quienes realicen procedimientos en estos centros, una innovación que busca facilitar la movilidad y reducir barreras.

Sin embargo, la experiencia reciente también recuerda tragedias que han marcado la red de transporte, como el cierre de siete estaciones en septiembre tras un lamentable suicidio en la vía, un episodio que mostró la vulnerabilidad del sistema y la necesidad de abordajes integrales de salud mental y seguridad. La pregunta que queda es si esta integración sanitaria podrá contribuir a prevenir no solo enfermedades físicas, sino también emergencias sociales y emocionales.

Conclusiones: un experimento urbano con múltiples lecturas

El proyecto Fast Clinic-Metro representa un experimento audaz con potencial para redefinir el acceso a la salud en la capital chilena. Su éxito dependerá no solo de la eficiencia operativa, sino de cómo se gestione la inclusión social, la calidad del servicio y la articulación con el sistema público.

La tensión entre innovación y equidad, entre público y privado, se despliega en este escenario, dejando en evidencia que la salud urbana no es solo una cuestión técnica, sino un campo de batalla político y social donde se juegan derechos, expectativas y desafíos colectivos.

En definitiva, esta historia aún está en desarrollo, y su desenlace dependerá de la capacidad de los distintos actores para dialogar y construir soluciones que no dejen a nadie afuera.