
Un frenazo esperado. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó en septiembre de 2025 un informe que anticipa una desaceleración del crecimiento económico mundial para 2026, situando la expansión global en un 2,9%, levemente inferior al 3,2% proyectado para 2025. La noticia, lejos de ser una sorpresa, revela las tensiones acumuladas en las dos mayores economías del mundo: Estados Unidos y China, cuyos ritmos de crecimiento se moderarán significativamente el próximo año.
Estados Unidos: entre aranceles y empleo debilitado. La economía estadounidense, que aún exhibe un crecimiento estimado del 1,8% para 2025, verá reducido su avance a un 1,5% en 2026. El informe destaca que el efecto completo de los aranceles impuestos por Washington a sus socios comerciales aún no se ha desplegado en su totalidad, pero ya se observan señales en el comportamiento del consumidor, los mercados laborales y la inflación. La tasa efectiva de aranceles alcanzó un 19,5% a fines de agosto, cifra inédita desde la década de 1930. Este aumento ha tensionado la producción industrial y el comercio, y ha contribuido a un estancamiento en la desinflación, especialmente en alimentos y servicios.
Desde una mirada política, el gobierno estadounidense defiende estas medidas como necesarias para proteger la industria nacional y fomentar la inversión en tecnología avanzada, mientras que sectores empresariales y académicos advierten sobre el riesgo de una ralentización prolongada y pérdida de competitividad global.
China: desaceleración bajo nuevas condiciones. Por su parte, la segunda economía mundial crecerá un 4,9% en 2025, pero se proyecta una caída a 4,4% para 2026. Este descenso se atribuye al desmantelamiento de políticas de concentración anticipada, la entrada en vigor de aranceles más altos y la reducción del apoyo fiscal estatal. Desde Beijing, las autoridades recalcan que la transición hacia un modelo más sostenible y orientado al consumo interno es parte del ajuste necesario para evitar burbujas y desequilibrios.
Sin embargo, voces críticas, tanto internas como internacionales, señalan que la desaceleración podría impactar negativamente a países como Chile, cuyo comercio y exportaciones dependen en gran medida del gigante asiático.
Europa y otros actores: un crecimiento modesto pero constante. La eurozona también experimentará una desaceleración, aunque menos pronunciada, con un crecimiento que pasará del 1,2% en 2025 a 1,1% en 2026. Factores como la incertidumbre geopolítica y las fricciones comerciales se contrapesan con una mayor inversión pública y condiciones crediticias más favorables.
Voces ciudadanas y sociales. En Chile, economistas y expertos en políticas públicas observan con cautela este panorama. 'La dependencia estructural de nuestra economía respecto a China y Estados Unidos nos obliga a repensar estrategias de diversificación y resiliencia,' comenta la economista María Fernanda Soto. Por otro lado, sectores sindicales advierten que la desaceleración podría traducirse en mayor precariedad laboral y desafíos en la recuperación del empleo post-pandemia.
Conclusiones y consecuencias. Frente a un escenario global que muestra signos claros de enfriamiento, las certezas apuntan a un mundo en transición, donde las políticas proteccionistas y las tensiones comerciales juegan un papel central. La resiliencia observada en la economía mundial durante 2025 no será suficiente para evitar un crecimiento más lento en 2026, con impactos directos en el empleo, la inflación y el comercio internacional. Para Chile y otras economías emergentes, la invitación es a fortalecer mecanismos internos de adaptación, diversificación y desarrollo tecnológico, en un contexto donde la incertidumbre y la competencia global se intensifican.
Este análisis se fundamenta en el reporte oficial de la OCDE publicado en septiembre de 2025 y en entrevistas con expertos nacionales e internacionales, buscando ofrecer una mirada profunda y plural sobre un fenómeno que afecta a todos, más allá de las cifras inmediatas.
2025-11-11