
Un escenario de confrontación sin pausa se ha instalado en el Distrito 9 de la Región Metropolitana, donde las elecciones parlamentarias de 2025 no solo implican una disputa por siete escaños, sino que también reflejan una batalla por la narrativa sobre seguridad y migración, temas que han calado hondo en la agenda pública y electoral.
Este distrito reúne a casi un millón de habitantes y comprende comunas como Cerro Navia, Conchalí, Huechuraba, Independencia, Lo Prado, Quinta Normal, Recoleta y Renca. La relevancia demográfica y social de esta zona la convierte en un microcosmos de las tensiones nacionales.
El debate se centra en cuatro candidatos que representan polos ideológicos opuestos: Boris Barrera (PC), Carlos Cuadrado (PPD), Javiera Rodríguez (REP) y Guillermo Ramírez (UDI). Cada uno encarna no solo una propuesta electoral sino un enfoque distinto sobre cómo abordar los desafíos del distrito.
- Boris Barrera, con raíces en el activismo comunitario y experiencia legislativa, apuesta por un enfoque de derechos sociales y acceso a servicios básicos, como la creación de un hospital en la zona norte y un sistema eficiente de distribución de medicamentos. Su discurso se distancia de la narrativa securitaria, enfatizando la necesidad de soluciones estructurales.
- Carlos Cuadrado, exalcalde de Huechuraba y académico, pone en valor la experiencia administrativa y el desarrollo local, destacando logros en seguridad comunal y calidad de vida, aunque sin descuidar la atención a la educación y cultura. Su postura se ubica en un centro-izquierda pragmático.
- Javiera Rodríguez, joven periodista y referente del Partido Republicano, sostiene un discurso duro en materia de seguridad y migración, vinculando la estabilidad social con el orden y la expulsión inmediata de inmigrantes ilegales. Su campaña busca capitalizar el descontento ciudadano con la delincuencia y la percepción de descontrol migratorio.
- Guillermo Ramírez, presidente de la UDI, asume la candidatura con un mensaje que combina la defensa de la seguridad ciudadana con propuestas económicas orientadas al empleo y crecimiento. Su estrategia apunta a recuperar terreno para la derecha en un distrito donde la izquierda ha tenido predominancia.
Un elemento que añade complejidad al escenario es la reciente derrota judicial de Daniel Jadue, exalcalde de Recoleta, cuya candidatura fue invalidada por el Tribunal Calificador de Elecciones debido a su imputación en el caso "Farmacias Populares". Aunque la investigación fue reabierta por el Tercer Juzgado de Garantía de Santiago, la incertidumbre generó un efecto dominó en las estrategias electorales.
La derecha ha aprovechado este contexto para fortalecer su posición, proyectando la posibilidad de aumentar sus escaños de tres a cuatro, un cambio que podría alterar el equilibrio político del distrito.
Desde las comunas, las preocupaciones de los vecinos giran en torno a la inseguridad, el narcotráfico y la integración de la migración. Un dirigente vecinal de Renca señaló que "la gente quiere respuestas concretas, no solo promesas". Esta demanda se refleja en el discurso de los candidatos, aunque con enfoques divergentes.
El alcalde de Recoleta, Fares Jadue, respalda a Barrera, destacando su compromiso territorial, mientras que sectores empresariales y gremiales han manifestado simpatías por las propuestas de Ramírez y Rodríguez, en busca de un orden más estricto.
La elección en el Distrito 9 es más que un simple conteo de votos: es un reflejo de las tensiones sociales que atraviesan Chile. La polarización entre quienes priorizan la justicia social y quienes exigen mayor seguridad y control migratorio se hace patente en cada discurso y cada estrategia.
La influencia del caso judicial de Jadue ha demostrado cómo los procesos legales pueden modificar el mapa político, afectando no solo a los involucrados, sino también a sus aliados y adversarios.
Finalmente, la disputa pone en evidencia que en territorios complejos, la política local y nacional se entrelazan, y que las respuestas a los problemas de seguridad y migración no serán unánimes ni simples. La ciudadanía queda en el centro de este coliseo, expectante y demandante, mientras los actores políticos se juegan no solo escaños, sino también la legitimidad para representar un distrito que exige soluciones concretas y duraderas.