
Un respiro tras la tormenta. En las últimas semanas, el sector empresarial chileno ha mostrado señales de optimismo, aunque con cautela. El Informe de Percepciones de Negocios (IPN) del Banco Central de noviembre de 2025 revela que las compañías ven una mejora significativa en su desempeño, con un repunte en expectativas de inversión y ventas, además de un ambiente financiero más favorable, marcado por menores tasas de interés y mayor disposición crediticia. Sin embargo, este panorama positivo no es homogéneo: las empresas de menor tamaño siguen enfrentando desafíos más profundos, especialmente en términos de rentabilidad y acceso a financiamiento.
Contratación: un aumento leve pero estratégico. En el ámbito laboral, las proyecciones apuntan a un leve aumento en las contrataciones para 2026, con un énfasis claro en las pequeñas y medianas empresas, que tienden a depender más del trabajo humano debido a su limitada capacidad para incorporar automatización. Las grandes compañías, por su parte, confían en mantener sus dotaciones actuales, aprovechando inversiones previas en tecnología y maquinaria. Según el IPN, el índice neto de empleo se situó en 18% para el tercer trimestre, reflejando una recuperación respecto a trimestres anteriores, aunque persisten diferencias sectoriales.
La tecnología como espada de doble filo. La adopción de tecnologías digitales y de inteligencia artificial ha dejado de ser una opción para las empresas chilenas y se ha convertido en una estrategia clave para sostener la competitividad. El 59% de las compañías ha incorporado herramientas digitales en los últimos cinco años, especialmente en áreas administrativas y operativas. No obstante, los costos de implementación, la falta de financiamiento y la escasez de personal especializado siguen siendo barreras importantes para las pymes, generando una brecha tecnológica que puede profundizar desigualdades internas en el tejido empresarial.
Perspectivas políticas y económicas: un factor decisivo. El optimismo empresarial está intrínsecamente ligado al contexto político, con especial atención a los resultados electorales y las políticas que el nuevo gobierno implementará. Expertos coinciden en que la estabilidad política y la claridad en las regulaciones serán fundamentales para sostener la confianza y traducir las expectativas en crecimiento real. Felipe Alarcón, economista de Euroamerica, señala que el cambio en el ciclo político ha impulsado la percepción de un mejor escenario económico, aunque advierte que la materialización de este optimismo depende de reformas estructurales y acuerdos transversales.
Voces desde la diversidad. Desde las regiones, el sur de Chile exhibe mayores expectativas de crecimiento y contratación, mientras que la Región Metropolitana y el centro muestran una recuperación más modesta. Socialmente, trabajadores y sindicatos reconocen la mejora en el clima económico, pero alertan sobre la necesidad de políticas que aseguren empleos dignos y protecciones laborales, especialmente para los sectores más vulnerables. Por otro lado, empresarios enfatizan la urgencia de flexibilizar normativas y promover la innovación para no perder competitividad en un mundo cada vez más digital y globalizado.
Conclusiones y desafíos pendientes. Este renovado optimismo empresarial y laboral en Chile, aunque alentador, se sostiene sobre un equilibrio frágil. Las expectativas de inflación a dos años han vuelto a bajar a 3,5%, lo que favorece la planificación, pero la economía chilena enfrenta retos estructurales: la brecha tecnológica entre empresas, la necesidad de acuerdos políticos sólidos para impulsar el crecimiento y la inclusión social, y la adaptación a un mercado laboral en transformación acelerada por la automatización y la inteligencia artificial.
Chile se encuentra en un punto de inflexión donde las decisiones políticas y empresariales de los próximos meses serán determinantes para que estas expectativas se traduzcan en realidades tangibles. La historia reciente enseña que los ciclos de optimismo pueden ser efímeros si no se acompañan de acciones concretas. Así, el desafío para el país es construir un crecimiento sostenible, inclusivo y tecnológicamente avanzado, que permita a sus ciudadanos no solo esperar un mejor futuro, sino vivirlo.