
En medio de un escenario político marcado por la volatilidad y la fragmentación, la candidatura presidencial de Evelyn Matthei se ha caracterizado por una estrategia clara: rodearse de un equipo robusto y con experiencia acumulada en distintos gobiernos, tanto de la centroderecha como de la centroizquierda. Desde septiembre de 2025, Matthei ha presentado públicamente a su grupo de expertos, compuesto por exministros, economistas, arquitectos y líderes sectoriales que han transitado por La Moneda en distintas épocas.
Este enfoque ha generado un debate intenso entre analistas y actores políticos. Por un lado, sus defensores argumentan que la experiencia es un activo fundamental en tiempos de incertidumbre, y que la capacidad de construir acuerdos y gestionar complejidades es lo que Chile necesita para salir de la crisis política y económica actual. "La solidez del equipo refleja un compromiso con la gobernabilidad y la seriedad", señala un economista cercano a la campaña.
Por otro lado, críticos desde la izquierda y sectores más renovadores de la derecha apuntan que esta apuesta representa un repliegue al pasado, una resistencia a incorporar voces nuevas y una muestra de falta de imaginación política. Desde estas perspectivas, la presencia mayoritaria de figuras que ya han estado en el poder puede alimentar la sensación de que los viejos estilos y acuerdos políticos siguen dominando la arena, mientras la ciudadanía demanda cambios profundos. Una académica de ciencias políticas comenta: "Es un equipo con mucho peso, pero poco reflejo de las nuevas demandas sociales y territoriales que emergen con fuerza en Chile".
Regionalmente, la estrategia también ha provocado reacciones diversas. En el norte, donde la minería y la energía son ejes fundamentales, la presencia de expertos como Carlos Barría y Juan Ignacio Guzmán ha sido bien recibida por sectores empresariales y gremiales, que valoran su conocimiento técnico. En contraste, en el sur, donde las demandas medioambientales y sociales son más acuciantes, la apuesta por figuras tradicionales ha sido cuestionada por comunidades indígenas y organizaciones ambientales.
El equipo de Matthei cubre áreas clave: economía, pensiones, salud, seguridad, vivienda, medioambiente, infraestructura, minería, género y política exterior, con nombres como Ignacio Briones, Soledad Hormazábal, Paula Daza, Carlos Maldonado, Vivianne Blanlot, y Issa Kort, entre otros.
Este mosaico de expertos no solo busca proyectar una imagen de solidez, sino también ofrecer respuestas técnicas a problemas complejos, en contraste con la dispersión y las críticas que enfrentan otros candidatos. Sin embargo, la pregunta que persiste es si este capital político y técnico podrá traducirse en un liderazgo que conecte con un electorado que se muestra cada vez más escéptico y demandante de cambios estructurales.
En definitiva, la apuesta de Evelyn Matthei por un equipo experimentado ha dejado en evidencia una tensión central en la política chilena contemporánea: la dicotomía entre experiencia y renovación, entre gestión técnica y representación social. Mientras algunos ven en esta estrategia una garantía de gobernabilidad, otros la interpretan como un síntoma de agotamiento político.
Los hechos muestran que, a seis semanas de la elección presidencial, Matthei mantiene un apoyo estable en encuestas, pero enfrenta desafíos para ampliar su base más allá de los sectores tradicionales. Las consecuencias de esta dinámica se reflejarán en la campaña que se avecina y, eventualmente, en la gobernabilidad del país, cualquiera sea el resultado electoral.
La historia reciente de Chile enseña que la experiencia es necesaria, pero no suficiente, para enfrentar los desafíos sociales y económicos que el país arrastra. La tensión entre lo viejo y lo nuevo seguirá siendo el motor de la política nacional en los próximos meses.