Estados Unidos y el paracetamol en el embarazo: la polémica que divide a la ciencia y la política

Estados Unidos y el paracetamol en el embarazo: la polémica que divide a la ciencia y la política
Salud y Bienestar
Salud pública
2025-11-15
Fuentes
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- Controversia política y científica sobre el vínculo entre paracetamol y autismo.

- División en la comunidad médica frente a nuevas directrices del gobierno estadounidense.

- Impacto social y miedo creciente entre mujeres embarazadas en EE.UU.

En septiembre de 2025, el gobierno de Estados Unidos desató una tormenta en el mundo de la salud pública al plantear una posible relación entre el consumo de paracetamol en embarazadas y el aumento del trastorno del espectro autista (TEA) en niños. La Casa Blanca anunció la intención de revisar recomendaciones médicas vigentes y explorar tratamientos experimentales con leucovorina para el autismo, una decisión que ha puesto en jaque el consenso científico y generado una profunda división entre expertos, políticos y la ciudadanía.

Un choque entre ciencia y política

Desde el inicio, la medida fue impulsada por el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., conocido por su crítica frontal a la industria farmacéutica y su discurso sobre una supuesta "epidemia de autismo" causada por "toxinas ambientales". "Estados Unidos enfrenta una crisis sanitaria que requiere repensar la seguridad de medicamentos comunes durante el embarazo", afirmó Kennedy en distintas ocasiones. Sin embargo, la comunidad médica internacional ha cuestionado con rigor esta postura, señalando que décadas de estudios no han logrado establecer un vínculo directo entre paracetamol y autismo, y que la genética y factores ambientales complejos son las variables más relevantes.

Esta discrepancia abrió un escenario de confrontación donde la política estadounidense, encabezada por la administración que respaldó estas directrices, se enfrenta a la evidencia científica predominante. El debate no solo es técnico, sino que también se ha politizado, con sectores conservadores apoyando la iniciativa y grupos científicos y organizaciones médicas alertando sobre los riesgos de generar alarma infundada.

Voces desde el terreno: miedo y confusión

El impacto de esta controversia no se limita a los círculos académicos o políticos. Mujeres embarazadas en Estados Unidos, acostumbradas a usar el paracetamol como una opción segura para el manejo del dolor y la fiebre, se han visto envueltas en una creciente incertidumbre. "Me siento atrapada entre el miedo a dañar a mi bebé y la falta de alternativas seguras", comentó una futura madre en Nueva York a un medio local. Organizaciones de salud pública han debido reforzar campañas informativas para evitar decisiones precipitadas que puedan afectar la salud materna.

Perspectivas encontradas

- Sector político conservador: Ve en la medida un avance necesario para proteger a las futuras generaciones y cuestionar intereses farmacéuticos.

- Comunidad científica: Insiste en la necesidad de basar políticas públicas en evidencia sólida y advierte sobre el daño que puede causar la desinformación.

- Sociedad civil: Experimenta una mezcla de preocupación y confusión, con demandas crecientes por mayor transparencia y estudios independientes.

Constataciones y consecuencias

A más de dos meses del anuncio, se confirma que la relación entre paracetamol y autismo sigue siendo un terreno incierto, con investigaciones en curso pero sin conclusiones definitivas. La administración estadounidense ha retrasado la implementación de nuevas directrices, optando por financiar estudios complementarios y abrir un diálogo con expertos internacionales.

Este episodio expone la tensión entre la política y la ciencia en temas de salud pública, y cómo la comunicación y la confianza social son tan cruciales como los datos mismos. En Chile y el resto del mundo, la polémica sirve como advertencia sobre la necesidad de abordar con rigor y prudencia los mensajes que pueden impactar en decisiones personales y colectivas.

La historia sigue abierta, pero ya deja enseñanzas claras: la salud materna y infantil no puede ser terreno para experimentos políticos sin respaldo científico; la evidencia debe guiar las políticas, y la sociedad merece información clara y responsable para navegar en medio de la incertidumbre.