
Un gigante en aprietos, con un atisbo de esperanza. Así se presenta CAP, la emblemática empresa chilena cuyo negocio minero continúa arrastrando pérdidas, pero que a la vez muestra signos de mejora gracias a una batería de medidas operativas implementadas durante 2025.
En el tercer trimestre de 2025, CAP reportó pérdidas por US$15,7 millones, casi el doble que en el mismo período del año anterior, mientras sus ingresos crecieron un 14,9% interanual, alcanzando US$502,6 millones. La razón principal, según la compañía, es el desempeño debilitado de su negocio minero, afectado por una contingencia en la Fase 5 de Mina Los Colorados y menores precios realizados, excluyendo flete y efectos de mercado.
En el acumulado a septiembre, las pérdidas totales descendieron a US$71,7 millones, una mejora sustancial frente a los US$358,9 millones negativos del mismo período en 2024, que incluían una provisión extraordinaria de US$335,5 millones por la suspensión indefinida de Huachipato.
El gerente general, Nicolás Burr, destaca las iniciativas adoptadas para revertir la situación: la reactivación de la mina Pleito en el Valle del Elqui, avances en el proyecto Romeral Subterráneo y un riguroso control de costos. 'Los despachos y el costo C1, indicador clave de eficiencia, mostraron mejoras respecto a la primera mitad del año, y esperamos que esta tendencia se acentúe en el cuarto trimestre para cumplir con el guidance del mercado', afirmó Burr.
Pero no todo es minería. CAP apuesta por sus segmentos industrial e infraestructura para generar valor y diversificar riesgos. En la industria, que incluye Cintac en Chile y Perú, TASA en Argentina y Huachipato, los ingresos aumentaron un 8,8% a US$322,1 millones en nueve meses, impulsados por un alza en despachos y precios.
Sin embargo, este segmento cerró con una pérdida neta acumulada de US$59,9 millones, principalmente por los gastos financieros y costos asociados al predio industrial de Huachipato. En infraestructura, que agrupa a Aguas CAP, CAP Puertos Multipropósito y Tecnocap, los ingresos se mantuvieron estables en US$77,5 millones, con producción de agua desalinizada y transmisión eléctrica en línea con el año anterior.
'Estamos profundizando nuestros esfuerzos para fortalecer y ampliar el portafolio en línea con nuestra Estrategia 2030', señaló Burr, reflejando una apuesta clara por la diversificación y la innovación, pese a los desafíos actuales.
Desde el prisma político y social, la situación de CAP también refleja tensiones más amplias. Por un lado, el sector minero enfrenta presiones por la sostenibilidad ambiental y la demanda de comunidades locales, mientras que el segmento industrial e infraestructura debe navegar en un contexto de incertidumbre económica y regulatoria.
Expertos consultados señalan que la recuperación de CAP dependerá no solo de la eficiencia operativa, sino también de la capacidad para adaptarse a un entorno global cambiante, marcado por fluctuaciones en los precios del cobre y mayores exigencias en materia ambiental. 'La empresa debe equilibrar su rol estratégico en la economía chilena con la necesidad de modernizar sus operaciones y responder a las demandas sociales', apuntó un analista del sector.
Las consecuencias visibles hasta ahora muestran una empresa en transición, que carga con pasivos significativos pero que no renuncia a su rol central en la minería, la industria y la infraestructura nacional. La tensión entre pérdidas actuales y expectativas de mejora crea un escenario de incertidumbre que invita a observar con cautela los próximos movimientos de CAP.
En definitiva, la historia de CAP en 2025 es un drama en tres actos: la crisis minera, la apuesta por la diversificación y la incógnita sobre si estas estrategias serán suficientes para asegurar su futuro en un Chile que demanda más eficiencia, sostenibilidad y responsabilidad social.
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