
El viernes 14 de noviembre marcó un punto crucial en la campaña presidencial y parlamentaria chilena, cuando Jeannette Jara y su comando convocaron a las fuerzas políticas que componen el pacto Unidad por Chile para ultimar detalles del despliegue electoral en la antesala del domingo.En la sede del PS en Santiago, líderes del PC, FA, PS, PPD, PR, PL y DC se reunieron para analizar la campaña, proyectar resultados y definir la coordinación para la jornada electoral.
Esta reunión no solo expuso la confianza en que el pacto superará el umbral legal para mantener su vigencia —con estimaciones que oscilan entre 69 y 73 escaños en la Cámara— sino que también reveló una tensión latente: la existencia de una segunda lista parlamentaria impulsada por la Federación Regionalista Verde Social y Acción Humanista, liderada por Jaime Mulet y Tomás Hirsch, que amenaza con dañar la unidad y dispersar votos.
Desde el comando de Jara reconocieron que "el resultado pudo haber sido mejor" si no fuera por esta fragmentación interna. La discusión sobre la necesidad de consolidar una coalición más sólida, que incluya a la Democracia Cristiana y supere la experiencia de la administración Boric, fue central en el debate.
Los días previos al domingo también estuvieron marcados por episodios que tensaron la campaña. En particular, el acto de cierre en la Plaza de Maipú, con una asistencia estimada en 20 mil personas, se vio empañado por cánticos contra Carabineros y a candidatos rivales como José Antonio Kast y Johannes Kaiser.El grito “el que no salta es paco” abrió un flanco crítico que obligó a Jara y su comando a salir a controlar daños en un tema tan sensible como la seguridad pública.
Evelyn Matthei (UDI) y otros contendores aprovecharon el incidente para cuestionar la postura de la izquierda sobre el orden público. En contraste, el comando valoró la aparición de Jara acompañada de su familia, un gesto espontáneo que buscó humanizar su imagen y conectar con sectores más amplios del electorado.
La preparación para el día D se ha orientado a minimizar movimientos de la candidata, quien permanecerá en su hogar en Ñuñoa para descansar y coordinar con su equipo técnico, evitando exponerla en espacios públicos hasta el conteo de votos.Se estima que Jara avanzará a segunda vuelta, enfrentando semanas de alta intensidad política y mediática.
Desde una perspectiva política, el encuentro y las decisiones adoptadas reflejan un intento por consolidar una unidad que, aunque frágil, busca resistir las tensiones internas y externas. Sin embargo, la presencia de listas paralelas y episodios de confrontación social evidencian que la izquierda chilena encara un desafío de cohesión que va más allá de la campaña electoral.
Regionalmente, la campaña ha mostrado una dinámica desigual: mientras ciudades como Concepción y Maipú congregaron multitudes, la dispersión de apoyos y las críticas a la seguridad han generado un clima de incertidumbre para el oficialismo.
Socialmente, los cánticos y manifestaciones en los actos políticos reflejan una ciudadanía polarizada, donde la demanda por seguridad convive con expresiones de descontento hacia las instituciones policiales.
En conclusión, la jornada previa a la elección presidencial y parlamentaria deja en evidencia una campaña marcada por la pugna entre unidad y fragmentación, gestos de cercanía familiar y tensiones sociales profundas. La capacidad de Jara y su comando para navegar estas aguas definirá no solo el resultado electoral inmediato, sino también el futuro de las coaliciones de izquierda en Chile.
Este escenario invita a la reflexión sobre las verdades que emergen: la unidad política es un proceso complejo, permeado por intereses y diferencias internas; la seguridad pública sigue siendo un punto crítico en la agenda ciudadana; y la comunicación política debe equilibrar la emotividad con la responsabilidad social. La historia de esta campaña, vista con distancia, ofrece lecciones para entender la fragilidad y la resiliencia de las coaliciones en tiempos de crisis y cambio.
2025-11-05