La crisis de Gaza: miles amputados y un futuro en disputa entre violencia y esperanza

La crisis de Gaza: miles amputados y un futuro en disputa entre violencia y esperanza
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-15
Fuentes
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- 6.000 personas amputadas en Gaza por la violencia reciente, un drama que no distingue edades ni géneros.

- Una cuarta parte de los afectados son niños, un dato que desnuda el costo humano y social del conflicto.

- Diversas voces internacionales y locales claman por soluciones que trasciendan la violencia, en un escenario donde la rehabilitación médica y social es insuficiente.

Gaza sigue sangrando, esta vez en cifras que duelen y hablan de una herida profunda y duradera. Las autoridades sanitarias de la Franja informaron el 11 de noviembre que cerca de 6.000 personas han sufrido amputaciones a raíz de la violencia reciente, y que una cuarta parte de ellas son niños. Esta estadística no solo revela la magnitud del daño físico, sino que también abre un abismo sobre el futuro de una generación marcada por la pérdida y la discapacidad desde la infancia.

El Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamas, advirtió sobre la falta de instalaciones médicas adecuadas para la rehabilitación a largo plazo, especialmente para los menores que enfrentan discapacidades permanentes. La insuficiencia de recursos médicos y psicológicos multiplica el sufrimiento y plantea interrogantes sobre la capacidad del sistema de salud local para responder a una crisis humanitaria en expansión.

En este escenario, las voces internacionales no han tardado en manifestarse. El Papa León XIV, en su discurso del 21 de septiembre, condenó la violencia y llamó a un alto al fuego, subrayando que "no hay futuro en la violencia, el exilio forzado ni la venganza". Su llamado a la paz y a la dignidad humana resuena en un contexto donde la violencia se ha convertido en moneda corriente y la esperanza en un bien escaso.

Sin embargo, las perspectivas sobre la crisis divergen según las ópticas políticas y sociales. Por un lado, las autoridades gazatíes y grupos humanitarios enfatizan la urgencia de apoyo internacional para programas de rehabilitación y asistencia social, denunciando la persistente escasez de materiales y la presión sobre un sistema sanitario colapsado.

Por otro lado, actores regionales y globales mantienen posiciones encontradas sobre las causas y responsabilidades del conflicto, lo que dificulta la generación de consensos para una solución duradera. La comunidad internacional, aunque comprometida en discursos de solidaridad, enfrenta desafíos para traducir esos pronunciamientos en acciones concretas y coordinadas.

En Gaza, el 12,7% de los amputados son mujeres, un dato que revela cómo la violencia afecta transversalmente a la población y obliga a repensar las políticas de atención diferenciada y protección social. La dimensión de género en esta crisis es otro frente que exige atención y recursos específicos.

En las calles y hogares de Gaza, el sufrimiento se traduce en vidas truncadas, sueños postergados y un dolor que no se limita a las heridas visibles. Las familias enfrentan ahora una realidad donde la discapacidad es una nueva forma de exclusión y vulnerabilidad.

La tragedia de Gaza es un espejo donde se reflejan las consecuencias de un conflicto que no solo destruye infraestructuras y vidas, sino que también desafía la capacidad de la humanidad para encontrar caminos de reconciliación y reparación.

Verdades que emergen con claridad: el daño físico y psicológico es profundo y masivo; la falta de recursos médicos y sociales agrava la crisis; las soluciones políticas siguen siendo esquivas; y el futuro de miles de niños amputados pende de la voluntad y acción conjunta de actores locales e internacionales.

El coliseo de esta tragedia sigue abierto, y mientras los protagonistas de la violencia continúan su disputa, los espectadores —la comunidad global y la sociedad civil— enfrentan el desafío de transformar la indignación en compromiso efectivo, para que el sufrimiento de Gaza no se convierta en una estadística olvidada, sino en un llamado a la acción y a la esperanza.