
El 23 de octubre de 2025, en un acto que marca un antes y un después en las relaciones entre la Iglesia Católica y la Iglesia Anglicana, el rey Carlos III y el papa León XIV protagonizaron un encuentro sin precedentes en el Vaticano. Casi cinco siglos después de la fundación de la Iglesia anglicana por Enrique VIII, ambos líderes religiosos y políticos se reunieron para orar juntos en la Capilla Sixtina, un gesto cargado de simbolismo y que pone en escena un intento genuino por superar divisiones históricas.
La jornada estuvo marcada por una atmósfera de tensión contenida y esperanza, donde la palabra clave fue 'ecumenismo', el movimiento que busca restaurar la unidad entre las diversas ramas del cristianismo. El rezo conjunto, presidido por el papa León XIV y el arzobispo de York Stephen Cotrell, se realizó bajo la imponente mirada de los frescos de Miguel Ángel y con la lectura de textos de san Ambrosio de Milán y John Henry Newman, teólogo anglicano convertido al catolicismo.
Desde la perspectiva del Vaticano, este encuentro es una reafirmación del compromiso de la Iglesia católica por "promover la paz y la seguridad ante los desafíos globales" y avanzar en el diálogo ecuménico, como expresó el cardenal Pietro Parolin durante su reunión con Carlos III. Por su parte, sectores conservadores dentro de la Iglesia anglicana han recibido con cautela esta apertura, temiendo que pueda afectar la autonomía doctrinal de su institución.
En el plano político, la visita de Carlos III a la Santa Sede y su participación en un servicio ecuménico en la Basílica de San Pablo Extramuros —un templo históricamente vinculado a la Corona británica— fue interpretada por analistas como un gesto estratégico que busca fortalecer la imagen del monarca como un líder conciliador, capaz de tender puentes en tiempos de polarización global.
Durante la ceremonia en San Pablo Extramuros, Carlos III fue declarado 'royal confrater' y se le entregó un escaño con su escudo y el lema 'Ut unum sint' (Que sean uno), título de una encíclica de Juan Pablo III que llama a la unidad cristiana. Este acto, más allá de su valor simbólico, abre interrogantes sobre el futuro de las relaciones entre ambas iglesias y su influencia en la sociedad civil.
Desde la sociedad civil y el mundo académico chileno, el encuentro ha generado debates que trascienden lo religioso. Algunos expertos señalan que este tipo de gestos pueden actuar como catalizadores para superar antiguas heridas y promover una convivencia más pluralista en contextos marcados por la diversidad cultural y religiosa. Otros, sin embargo, advierten sobre el riesgo de que estos acercamientos se queden en la superficie, sin abordar las profundas diferencias teológicas y sociales que aún persisten.
En definitiva, este encuentro histórico entre Carlos III y el papa León XIV no solo reabre un capítulo cerrado hace cinco siglos, sino que también pone en escena las tensiones y esperanzas de un mundo que busca reconciliación en medio de múltiples fracturas. La verdad que emerge es que, aunque la unidad plena sigue siendo un horizonte lejano, el diálogo y los gestos simbólicos son pasos necesarios para construir puentes en tiempos de incertidumbre. Las consecuencias de este gesto resonarán en la política, la religión y la cultura, invitando a una reflexión profunda sobre el lugar de la religión en el siglo XXI y su papel en la búsqueda de la paz y la justicia global.
Fuentes: Cooperativa.cl, Vaticano, análisis académicos sobre ecumenismo.
2025-09-21