El discurso de Boric en la ONU y su impacto en la política chilena: entre la diplomacia y la polarización interna

El discurso de Boric en la ONU y su impacto en la política chilena: entre la diplomacia y la polarización interna
Actualidad
Política
2025-11-15
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- Discurso presidencial en la ONU que buscó equilibrar diplomacia y mensajes internos.

- Tensiones entre oficialismo y oposición sobre los temas abordados y su enfoque.

- Repercusiones visibles en la agenda política y en la percepción ciudadana semanas después.

Un escenario global, una batalla local. El 23 de septiembre de 2025, el Presidente Gabriel Boric tomó la palabra en la 80ª Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York. Su discurso, el último en este foro durante su mandato, estuvo marcado por la defensa del derecho internacional, los derechos humanos y el desarrollo sostenible. Sin embargo, la trascendencia de esta intervención no se limitó a la diplomacia internacional, sino que reverberó intensamente en el tejido político chileno, evidenciando profundas tensiones y desencuentros que persisten hasta hoy.

Desde el inicio, la preparación del discurso fue un campo de batalla. El oficialismo presionó para incluir un gesto hacia la expresidenta Michelle Bachelet, en función de su posible nominación para dirigir la ONU, mientras que la oposición, liderada por figuras como el diputado Diego Schalper (RN), exigió que el mandatario se centrara exclusivamente en los intereses nacionales, evitando agendas personales o ideológicas. Esta solicitud fue rechazada en la Comisión de Relaciones Exteriores, pero dejó en evidencia la fractura que atraviesa el Congreso.

La intervención de Boric, aunque aplaudida en ciertos círculos internacionales por su énfasis en la democracia y el desarrollo sostenible, fue recibida con escepticismo y críticas en el plano doméstico. La derecha política acusó un sesgo ideológico, mientras que sectores del oficialismo defendieron la necesidad de un discurso que reflejara la identidad y los valores del gobierno.

Regionalmente, la participación de Chile en la cumbre “En defensa de la democracia luchando contra el extremismo”, que reunió a mandatarios de América Latina y Europa, fue vista como un intento de posicionar al país como un actor relevante en la agenda global de derechos humanos y gobernanza democrática. Sin embargo, voces ciudadanas y analistas han cuestionado si esta proyección internacional se traduce en avances concretos en la política interna, especialmente ante las crecientes demandas sociales y la polarización.

En el plano social, la reacción no se hizo esperar. Movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos valoraron el compromiso expresado en Naciones Unidas, pero también señalaron que las palabras deben ir acompañadas de acciones tangibles en Chile, particularmente en áreas como la equidad de género, la protección ambiental y la justicia social.

Este episodio ha expuesto la tensión entre la diplomacia presidencial y la fragmentación política interna. Mientras Boric buscaba proyectar una imagen de liderazgo responsable y comprometido en el escenario mundial, el país enfrenta una ciudadanía dividida y una oposición que capitaliza cada gesto para reforzar sus críticas.

A un mes de la intervención, el saldo es una agenda política más crispada y una ciudadanía que, lejos de sentirse representada, debate si la diplomacia presidencial responde a sus necesidades o a intereses políticos sectoriales.

En conclusión, el discurso del Presidente Boric en la ONU no solo fue un acto protocolar internacional, sino un reflejo de las complejas dinámicas internas de Chile. La polarización política, las diferencias en la interpretación de los intereses nacionales y las expectativas sociales siguen siendo desafíos pendientes. La verdad que emerge es que la diplomacia global y la política doméstica están intrínsecamente ligadas, y que la legitimidad de un gobierno se juega tanto en el escenario internacional como en el reconocimiento de sus ciudadanos.

Las consecuencias visibles son claras: el oficialismo debe equilibrar su proyección internacional con respuestas concretas a las demandas internas, mientras que la oposición enfrenta el desafío de construir propuestas que trasciendan la crítica y aporten a la gobernabilidad. Para la ciudadanía, el llamado es a un análisis crítico que no se deje arrastrar por la inmediatez ni por la fragmentación narrativa, sino que busque comprender las múltiples capas de un Chile que, en su complejidad, sigue en construcción.

Fuentes consultadas incluyen reportes de La Tercera, análisis parlamentarios y declaraciones de organizaciones sociales, que en conjunto permiten entender esta historia con la profundidad que merece.