
En un contexto global marcado por la incertidumbre económica y las tensiones geopolíticas, Wall Street cerró la tercera semana de septiembre con un notable repunte, impulsado principalmente por el primer recorte de tasas de interés de la Reserva Federal (Fed) en 2025. Este movimiento, que busca estimular la actividad económica frente a señales de desaceleración, ha generado una mezcla de esperanza y escepticismo entre los distintos actores del mercado y la política.
Los principales índices bursátiles —Dow Jones, S&P 500 y Nasdaq— registraron ganancias semanales, con el Nasdaq alcanzando récords intradía, reflejando una renovada confianza, en especial en las acciones vinculadas a la inteligencia artificial y al consumo discrecional. Sin embargo, esta bonanza no fue homogénea: los sectores financiero y energético experimentaron bajas, evidenciando las tensiones subyacentes en la economía global.
Desde la perspectiva de los analistas conservadores, este repunte representa una respuesta natural a la política monetaria más laxa. "El recorte de la Fed es una señal clara de que la economía estadounidense enfrenta riesgos reales de desaceleración, y el mercado está ajustando expectativas", señala María Fernández, economista de la Universidad de Chile. Por otro lado, voces más optimistas, como la de Rodrigo Salazar, gestor de fondos en Santiago, plantean que "esta flexibilización podría ser el estímulo necesario para retomar un ciclo de crecimiento sostenible, especialmente para sectores tecnológicos y de innovación".
En el plano regional, el impacto de estas fluctuaciones se siente con particular intensidad. Para Chile, cuya economía depende fuertemente de la exportación de materias primas y la inversión extranjera, la volatilidad en los mercados internacionales genera un doble desafío: por un lado, la necesidad de mantener la competitividad en un escenario global incierto; por otro, la urgencia de políticas internas que fortalezcan la resiliencia económica.
En paralelo, la cotización del cobre, principal producto de exportación chileno, se mantuvo estable en torno a los 4,62 dólares la libra, sin grandes sobresaltos, mientras que el dólar cerró en 956,50 pesos chilenos, indicadores que reflejan la cautela de los inversionistas.
Este episodio en Wall Street no solo revela las dinámicas de un mercado en constante tensión, sino que también pone en evidencia las divergentes narrativas que conviven sobre el futuro económico: entre quienes ven en el recorte de tasas una medida necesaria para evitar una recesión y quienes lo interpretan como un síntoma de fragilidad estructural.
En definitiva, la lectura que deja este episodio es una invitación a la prudencia y al análisis informado. Las cifras muestran un mercado que se ajusta y busca nuevas oportunidades, pero las condiciones globales siguen siendo complejas y llenas de incertidumbre. Para Chile y otros países emergentes, la clave estará en cómo se gestionen estas tensiones internas y externas para evitar que el optimismo momentáneo se transforme en un espejismo pasajero.
Fuentes consultadas incluyen reportes de Reuters, análisis de Bloomberg y declaraciones de expertos económicos nacionales e internacionales.