Estados Unidos intensifica ataques en el Caribe: un conflicto entre seguridad, soberanía y derechos humanos

Estados Unidos intensifica ataques en el Caribe: un conflicto entre seguridad, soberanía y derechos humanos
Internacional
América Latina
2025-11-15
Fuentes
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- Ataques militares de EE.UU. en aguas del Caribe contra presuntas narcolanchas.

- Controversia internacional con acusaciones de violaciones a derechos humanos y soberanía.

- Voces enfrentadas: desde Washington justificando la acción hasta críticas de ONU, HRW, gobiernos regionales y sobrevivientes.

Desde septiembre de 2025, un escenario de tensiones y tragedias se ha desplegado en el Mar Caribe, donde Estados Unidos ha ejecutado una serie de ataques militares contra embarcaciones que, según Washington, transportaban drogas ilegales hacia su territorio. Al menos seis operativos han dejado alrededor de 30 muertos y han generado una crisis diplomática y humanitaria en la región.

El conflicto: seguridad nacional vs soberanía y derechos humanos

El gobierno estadounidense, representado por figuras como el secretario de Estado Marco Rubio y el expresidente Donald Trump, ha defendido estas acciones como una necesaria ofensiva contra el narcotráfico. 'Podríamos detenernos mañana mismo si dejan de enviar barcos con droga', afirmó Rubio desde la cumbre del G7. Trump, por su parte, calificó a los atacados como "narcoterroristas" y justificó el uso de la fuerza letal para proteger a Estados Unidos.

Sin embargo, esta narrativa se enfrenta a fuertes cuestionamientos internacionales. La ONU, a través del alto comisionado de Derechos Humanos Volker Türk, ha señalado que estos ataques constituyen una "violación a los derechos internacionales" y ha pedido una investigación rápida, independiente y transparente. Türk enfatizó que el uso de fuerza letal debe ser un último recurso y solo justificado ante amenazas inminentes a la vida, algo que, según la información disponible, no se cumplió en estos casos.

Human Rights Watch (HRW) calificó los ataques como "asesinatos extrajudiciales ilícitos", recordando que la lucha contra las drogas no puede ser excusa para evadir obligaciones internacionales en materia de derechos humanos.

Impacto en la región y voces de los afectados

Gobiernos de América Latina han expresado su preocupación. Chile manifestó su "profunda preocupación" y llamó a mantener a la región como una zona de paz. Por su parte, el presidente colombiano Gustavo Petro denunció que los ataques están afectando "probablemente a pescadores colombianos" y acusó a la administración Trump de violar la soberanía y cometer asesinatos, especialmente tras la muerte de un pescador inocente, Alejandro Carranza.

Además, Petro fue blanco de duras acusaciones desde Washington, donde se le calificó como un "líder del narcotráfico" que no combate eficazmente la producción de drogas en Colombia, lo que tensó aún más las relaciones bilaterales.

Entre las víctimas, dos sobrevivientes han emergido como voces clave: Jeison Obando Pérez, colombiano, y Andrés Fernando Tufiño Chila, ecuatoriano. Obando llegó a Colombia en estado crítico, con trauma cerebral y sedado, y enfrenta un proceso judicial por tráfico de drogas. Tufiño, en cambio, fue declarado en buen estado y sin cargos en Ecuador, donde fiscales no encontraron evidencia de delitos adicionales.

Un escenario complejo y sin resoluciones claras

Este conflicto ha puesto en evidencia la difícil encrucijada entre la legítima búsqueda de seguridad nacional y la necesidad de respetar la soberanía y los derechos humanos en una región históricamente afectada por la violencia y el narcotráfico.

Las operaciones estadounidenses han provocado no solo pérdidas humanas, sino también una escalada diplomática con países vecinos y organismos internacionales. Mientras Washington insiste en su estrategia militar, la ONU, organizaciones de derechos humanos y gobiernos regionales llaman a la moderación, el diálogo y el respeto al derecho internacional.

La tragedia de los ataques —con muertes, denuncias de abusos y sobrevivientes que relatan la crudeza del conflicto— invita a reflexionar sobre los límites del uso de la fuerza y la necesidad de soluciones integrales que no sacrifiquen vidas ni soberanías en nombre de la seguridad.

En definitiva, la guerra contra el narcotráfico en el Caribe se ha convertido en un coliseo donde se enfrentan imperativos políticos, éticos y humanos, dejando a la región en la incertidumbre sobre el camino a seguir.