Estados Unidos y la crisis en Gaza: veto, desconfianza y un futuro incierto

Estados Unidos y la crisis en Gaza: veto, desconfianza y un futuro incierto
Internacional
América Latina
2025-11-15
Fuentes
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- Sexto veto consecutivo de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU para un alto el fuego en Gaza.

- La acusación directa contra la UNRWA como “filial de Hamás” tensiona aún más la ayuda humanitaria.

- Nombramiento clave: el embajador en Yemen asume la coordinación de un plan de paz con supervisión militar estadounidense.

Una vez más, Estados Unidos bloquea una resolución que buscaba un alto al fuego inmediato, incondicional y permanente en Gaza. El 18 de septiembre de 2025, el Consejo de Seguridad de la ONU vio frustrada su sexta tentativa por devolver la calma a la Franja, cuando Washington vetó un proyecto que contaba con el respaldo de 14 países, incluyendo potencias como Rusia, China, Francia y Reino Unido. La medida no solo pedía el cese de hostilidades, sino también la liberación de rehenes y la entrada de ayuda humanitaria al territorio palestino.

En la voz oficial estadounidense, Morgan Ortagus, representante en la ONU, defendió el veto argumentando que la resolución no condenaba a Hamas ni reconocía el derecho de Israel a defenderse. Además, apuntó que el conflicto comenzó y sigue activo debido a Hamas. Esta posición ha profundizado la polarización y ha dejado a la comunidad internacional dividida sobre cómo avanzar hacia una solución duradera.

En paralelo, el 24 de octubre, Estados Unidos nombró a Steven Fagin, embajador en Yemen desde 2022, como jefe de la parte civil del nuevo centro de coordinación para Gaza. Este organismo, respaldado por la Administración Trump, tiene como misión supervisar la implementación de un plan de 20 puntos para estabilizar el enclave, en el marco de un alto el fuego. La parte militar está bajo la supervisión del almirante Brad Cooper, comandante del Mando Central del Ejército estadounidense (CENTCOM). Esta dualidad civil-militar busca controlar la entrega de ayuda y evitar violaciones al cese de hostilidades.

Sin embargo, el nombramiento y el plan estadounidense no han estado exentos de controversia. El secretario de Estado, Marco Rubio, declaró públicamente que la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, “es una filial de Hamas” y no puede jugar ningún papel en Gaza. Esta afirmación, que carece de pruebas sólidas y fue desmentida por la Corte Internacional de Justicia, ha generado una fuerte reacción internacional y ha puesto en entredicho la neutralidad y efectividad de la principal organización humanitaria en la región.

Desde la perspectiva israelí y estadounidense, estas medidas buscan garantizar la seguridad y evitar que la ayuda sea desviada hacia grupos armados. Por el contrario, voces palestinas y de la comunidad internacional denuncian que estas acciones dificultan la asistencia humanitaria y perpetúan el sufrimiento de la población civil.

Al mirar el tablero completo, se revelan tres frentes en tensión:

- Diplomático: El veto estadounidense en la ONU mantiene bloqueada la vía multilateral para un alto el fuego, evidenciando la dificultad de encontrar consensos globales.

- Humanitario: La desconfianza hacia la UNRWA y la supervisión militar estadounidense generan incertidumbre sobre la efectividad y neutralidad de la ayuda.

- Político-militar: El centro de coordinación estadounidense intenta imponer un control rígido en Gaza, con un riesgo latente de que la militarización de la ayuda agrave las tensiones.

Este escenario se despliega en un contexto donde la ofensiva israelí, en respuesta a los ataques de Hamas en octubre de 2023, ha causado más de 65.000 muertos palestinos y miles de heridos, dejando heridas abiertas y una población civil exhausta.

La tragedia se desarrolla con actores que no solo disputan territorios, sino también narrativas y legitimidades. Estados Unidos, en su rol de potencia global y aliado clave de Israel, juega una partida donde la seguridad y la política interna se entrelazan, mientras las voces palestinas y sus aliados internacionales claman por justicia y ayuda efectiva.

En definitiva, la crisis en Gaza no solo es un conflicto bélico sino también un choque de discursos, intereses y estrategias que, a más de dos años de iniciada la escalada, mantienen a la región en un limbo peligroso. Las decisiones recientes muestran que el camino hacia la paz está aún lejos y que la comunidad internacional debe enfrentar no solo la violencia en el terreno, sino también la fragmentación política y humanitaria que amenaza con prolongar el sufrimiento.

Este episodio invita a la reflexión sobre el papel de las grandes potencias en los conflictos regionales, la importancia de la ayuda humanitaria independiente y la necesidad urgente de construir puentes que trasciendan vetos y acusaciones para evitar una tragedia aún mayor.