
El caso "Muñeca Bielorrusa", que desde mediados de 2023 ha ido desnudando una compleja red de presunta corrupción judicial, vive un nuevo capítulo de tensión con la declaración de Isabel Parra, la peluquera habitual de la exministra de la Corte Suprema Ángela Vivanco.El 4 de julio de 2023, día clave en la investigación, la Fiscalía sostiene que Vivanco recibió un soborno de US$ 15.600 en las oficinas de los abogados Mario Vargas y Eduardo Lagos, ubicadas en el Barrio El Golf. Sin embargo, Parra aportó un testimonio que desafía esa versión: aseguró ante el OS-7 de Carabineros que la exmagistrada tenía agendada una cita en su salón de belleza a las 16:15 horas de esa misma jornada, respaldada por capturas de pantalla de mensajes de WhatsApp.Este dato no sólo ubica a Vivanco en otro lugar, sino que cuestiona directamente la tesis del Ministerio Público.
Desde la Fiscalía, la fiscal Carmen Gloria Wittwer reconoce la relevancia del testimonio, pero advierte que no se puede confirmar si la cita se materializó efectivamente, dada la ausencia de registros formales y el hecho de que Vivanco pagaba siempre en efectivo sin exigir boletas. Además, sostiene que el núcleo de la imputación —la procedencia y destino del dinero— permanece intacto."No sabemos si esa hora se materializó o no", explicó Wittwer, recordando que otros elementos de la investigación, como la georreferenciación y movimientos financieros, mantienen la acusación.
Las defensas, por su parte, celebran esta declaración como un golpe directo a la hipótesis fiscal. Sergio Contreras, abogado de Mario Vargas, destacó que la georreferenciación ya situaba a Vivanco en la zona y que la cita en la peluquería encaja con ese dato. Cristián Cáceres, defensor de Eduardo Lagos, fue aún más contundente: "Gracias a la Fiscalía, nos cierra la boca en cuanto al principio de objetividad", ironizando sobre la fragilidad de la acusación inicial.
Este choque de versiones no sólo refleja la disputa jurídica, sino también la batalla política y social que rodea al caso. La figura de Vivanco, exministra de la Corte Suprema, ha polarizado opiniones: para algunos sectores, la investigación es una muestra de la voluntad de limpiar la justicia; para otros, un montaje que busca desacreditar a magistrados incómodos.
En paralelo, la filtración de una llamada telefónica interceptada a Sergio Yáber, conservador de Bienes Raíces, donde tilda a Vivanco de "coimera" y menciona pagos millonarios, añade un nuevo ingrediente explosivo a la trama. Esta conversación, ocurrida en octubre de 2024, fue parte del material que sustentó las órdenes de detención de los imputados.La querella ya fue admitida a trámite por la Corte de Apelaciones de Santiago y la resolución sobre medidas cautelares está programada para este sábado en el 7º Juzgado de Garantía.
Desde una mirada más amplia, este caso desnuda las tensiones profundas en el sistema judicial chileno y la fragilidad de la confianza pública en sus instituciones. Mientras la Fiscalía apuesta por una acusación robusta basada en pruebas técnicas y testimonios, las defensas explotan cada fisura para sembrar dudas, en un duelo que parece no tener tregua.
Lo cierto es que, más allá de la disputa inmediata, el caso "Muñeca Bielorrusa" pone sobre la mesa preguntas incómodas: ¿qué mecanismos existen para evitar la corrupción en la justicia? ¿Cómo se gestiona la presunción de inocencia en un escenario mediático y político tan polarizado? ¿Qué impacto tendrá este proceso en la credibilidad del Poder Judicial y en la percepción ciudadana?
A más de un año de los hechos investigados, el testimonio de Isabel Parra no ha resuelto la controversia, pero sí ha abierto una brecha que obliga a revisar con rigor cada pieza del rompecabezas. En este drama judicial, donde los protagonistas se enfrentan en un escenario público y mediático, el espectador queda invitado a mirar con distancia, discernimiento y la certeza de que la verdad, en toda su complejidad, aún está en construcción.