Mueren figuras icónicas de la música y el cine: Sam Rivers, D’Angelo y Lee Tamahori dejan legados imborrables

Mueren figuras icónicas de la música y el cine: Sam Rivers, D’Angelo y Lee Tamahori dejan legados imborrables
Actualidad
Cultura
2025-11-15
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- Sam Rivers, bajista y cofundador de Limp Bizkit, símbolo del nu metal de los 2000.

- D’Angelo, pionero del neo soul y revolucionario del R&B, fallecido tras larga batalla contra el cáncer.

- Lee Tamahori, director neozelandés que rompió barreras culturales en Hollywood con su mirada maorí.

Un trío de despedidas que resuenan más allá de sus muertes, marcando el fin de eras en la música y el cine.

El último mes ha sido un golpe para la cultura popular internacional con la partida de tres figuras cuya influencia trascendió sus géneros y fronteras: Sam Rivers, D’Angelo y Lee Tamahori. Este recuento no solo rememora sus trayectorias, sino que pone en perspectiva sus legados y las tensiones que atravesaron.

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Sam Rivers: el latido inconfundible del nu metal

Sam Rivers falleció el 18 de octubre a los 48 años, según confirmó Limp Bizkit en un emotivo comunicado en Instagram, donde lo describieron como "nuestro hermano, nuestro latido, pura magia". Rivers fue más que un bajista; fue el motor rítmico que definió el sonido agresivo y melódico del nu metal a finales de los 90 y principios de los 2000.

Nacido en 1977, Rivers acompañó a Limp Bizkit desde sus inicios en Jacksonville, Florida, contribuyendo a discos emblemáticos como Significant Other y Chocolate Starfish and the Hot Dog Flavored Water. Su estilo técnico y poderoso fue la columna vertebral de éxitos como "Break Stuff" y "Nookie".

Sin embargo, la noticia de su muerte llega en medio de la gira internacional que la banda mantiene vigente, con una parada en Chile el 13 de diciembre. La expectación ahora se mezcla con el duelo y la incertidumbre sobre cómo la banda honrará a su "corazón" en vivo.

Desde la perspectiva de sus seguidores y críticos, Rivers encarnó la energía y rebeldía de un género que, aunque criticado por algunos por su agresividad, marcó una generación y abrió caminos para la fusión entre géneros.

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D’Angelo: el alma del neo soul que desafió la fama

Michael Eugene Archer, conocido como D’Angelo, murió el 14 de octubre a los 51 años, víctima de un cáncer de páncreas. Su familia pidió respeto a la privacidad, pero destacó el legado musical que deja este pionero del neo soul y renovador del R&B.

D’Angelo irrumpió en 1995 con Brown Sugar, pero fue con Voodoo (2000) y Black Messiah (2014) que consolidó una obra maestra reconocida por la crítica y premiada con múltiples Grammys. Su estilo introspectivo, profundamente ligado a raíces gospel y funk, contrastaba con la imagen sexualizada que la industria intentó imponerle, especialmente tras el icónico video de "Untitled (How Does It Feel)".

Ramón Fernández Escobar, crítico de Babelia, señaló que "Black Messiah trajo maná después de 14 años de espera y consolidó a D’Angelo como un autor que mira al pasado y desbroza el futuro".

Su lucha contra bloqueos creativos y problemas personales, incluyendo el alcoholismo y la presión mediática, lo convirtieron en una figura compleja y profundamente humana, cuya música sigue siendo un refugio para quienes buscan autenticidad y profundidad.

El neo soul y R&B contemporáneo deben mucho a su legado: artistas y audiencias continúan encontrando en sus canciones un espacio para la reflexión y la emoción pura.

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Lee Tamahori: el puente maorí en Hollywood

El 7 de noviembre falleció Lee Tamahori a los 75 años en Auckland, dejando un legado que trasciende el cine de acción para hablar de identidad cultural y barreras rotas.

Tamahori, de ascendencia maorí y británica, comenzó su carrera en Nueva Zelanda con Guerreros de antaño (1994), una película que retrata la vida violenta de una familia maorí y que sigue siendo uno de los filmes más taquilleros de su país. Su salto a Hollywood lo llevó a dirigir títulos como Muere otro día (2002), un Bond con estética y narrativa distintivas.

Su carrera estuvo marcada por un episodio polémico en 2006, que afectó su vida personal y profesional, pero su obra posterior recuperó el foco en historias profundas, como El doble del diablo y The Convert, que exploran conflictos históricos y culturales.

Su familia declaró que "su legado perdura en su whānau, sus mokopuna, cada cineasta al que inspiró y cada historia que contó con su mirada genial y corazón honesto".

Tamahori fue un pionero que abrió espacios para la representación indígena en un medio dominado por narrativas occidentales, un desafío que aún hoy resuena en la industria cinematográfica mundial.

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Constataciones y consecuencias

Estos fallecimientos, ocurridos en un corto lapso, invitan a reflexionar sobre la fragilidad de las figuras públicas y el peso de sus legados. Cada uno enfrentó tensiones internas y externas: Rivers con la exigencia del espectáculo y la música de masas; D’Angelo con la lucha contra la industria y sus demonios personales; Tamahori con la identidad cultural y los escollos del estrellato.

La pluralidad de perspectivas sobre sus vidas y obras — desde la admiración hasta la crítica — enriquece la comprensión de sus aportes y sus contradicciones.

Para sus audiencias, estas pérdidas son también un llamado a valorar la profundidad y complejidad detrás de la fama, y a mantener vivos los legados a través del análisis crítico y el recuerdo informado.

En Chile, la muerte de Sam Rivers tiene un impacto inmediato por la cercanía de su última presentación, mientras que la influencia de D’Angelo y Tamahori se siente en círculos culturales y académicos que estudian la música negra y la representación indígena en los medios.

Así, estas partidas no son solo finales, sino puntos de partida para diálogos necesarios sobre cultura, identidad y memoria en el siglo XXI.