
La reunión en el restaurant Divertimento el pasado 5 de noviembre marcó más que un almuerzo: fue un escenario donde la centroizquierda chilena mostró sus tensiones internas con un trasfondo histórico y político que trasciende la coyuntura electoral.
Con la presencia de figuras como Carolina Tohá y Jeannette Jara, junto a otros líderes de la centroizquierda, el encuentro convocado por Sergio Bitar y Víctor Barrueto buscó proyectar unidad en torno a la candidatura de Jara. Sin embargo, las expresiones de Tohá, especialmente sus críticas públicas a quienes se plegaron a Evelyn Matthei, dejaron al descubierto las fracturas que persisten en el sector.
Tohá reapareció en el lanzamiento de campaña de Jara en septiembre, señalando su lamento por la decisión de algunos ex Concertación de apoyar a la derecha, y enfatizando la importancia de mantener un compromiso progresista genuino. Esta postura no solo refleja una crítica política, sino también un cuestionamiento ético sobre las prioridades y alianzas que configuran el mapa político actual.
El restaurant Divertimento, con su tradición de ser un punto de encuentro para distintas generaciones y corrientes políticas, se convirtió en el telón de fondo de un debate que lleva décadas en desarrollo. Desde la Concertación hasta la actual coalición, los asistentes representan una diversidad de trayectorias y visiones que, aunque convergen en objetivos comunes, mantienen diferencias sustanciales en estrategias y alianzas.
Flaminia Sacco, socia y chef del lugar, recuerda cómo figuras como Sebastián Piñera y Michelle Bachelet han utilizado este espacio para encuentros políticos, lo que subraya su importancia simbólica y práctica. Este contexto aporta una capa adicional para entender el peso de la reunión y las expectativas que genera.
Desde una perspectiva regional, la elección de Pedro Aguirre Cerda para el lanzamiento de la campaña de Jara y la participación del alcalde Luis Astudil también apuntan a un intento por anclar la candidatura en territorios populares y con fuerte identidad comunal, buscando contrarrestar la dispersión del electorado progresista.
Sin embargo, voces críticas dentro del mismo espectro político advierten que la persistencia de divisiones y la falta de un proyecto común claro pueden debilitar la opción de centroizquierda frente a la derecha y los nuevos movimientos sociales.
El diputado Gonzalo Winter, por ejemplo, ha insistido en la necesidad de renovar las prácticas políticas y evitar la repetición de viejos esquemas que han generado desencanto.
Al analizar este escenario con la distancia que otorga el tiempo, se constata que:
- La centroizquierda chilena sigue enfrentando un desafío de cohesión que no solo es electoral, sino también ideológico y cultural.
- Las alianzas y rupturas recientes no son episodios aislados, sino parte de un proceso de redefinición política que involucra a múltiples actores y generaciones.
- Espacios tradicionales como Divertimento mantienen su relevancia simbólica como lugares donde se juegan apuestas políticas y se exhiben tensiones latentes.
En definitiva, la escena política chilena exhibe un coliseo donde las figuras de Tohá y Jara representan no solo candidaturas, sino también la lucha por definir el alma y el rumbo de la centroizquierda. El espectador, informado y crítico, observa cómo estas disputas configuran el futuro político del país, más allá de los titulares inmediatos y con una comprensión más profunda de sus raíces y consecuencias.
2025-11-11