
Un giro inesperado en la política monetaria estadounidense ha sacudido los mercados globales en las últimas semanas. El 29 de octubre de 2025, la Reserva Federal (Fed) anunció una reducción de 0,25 puntos porcentuales en su tasa de interés, ubicándola en un rango de 3,75% a 4%. Este movimiento, el segundo recorte consecutivo tras la baja similar en septiembre, refleja la creciente preocupación por una ralentización económica que amenaza con desestabilizar el delicado equilibrio entre inflación y empleo.
La Fed ha reconocido que el mercado laboral muestra signos de deterioro, con revisiones a la baja en la creación de empleo y una confianza del consumidor que se ha desplomado durante tres meses consecutivos. Sin embargo, la tasa de desempleo se mantiene en niveles históricamente bajos (4,3%), una paradoja explicada por la reducción de la oferta laboral debido a políticas migratorias más estrictas. Esta combinación ha generado un escenario donde las empresas contratan menos pero también despiden menos, un estancamiento que complica la toma de decisiones.
Por otro lado, la inflación no cede: en septiembre alcanzó un 3%, el nivel más alto desde enero, y la inflación subyacente también superó el objetivo de la Fed. Este fenómeno encendió las alarmas, pues aunque la desaceleración económica es evidente, el costo de la vida sigue presionando a hogares y empresas.
En el epicentro de esta tormenta está la tensión política. El expresidente Donald Trump ha intensificado su campaña para influir en la Fed, presionando para rebajas más agresivas de las tasas y buscando reemplazar a miembros clave de la junta de gobernadores. Las acusaciones infundadas y los intentos legales contra miembros como Lisa Cook, junto con la incorporación de aliados en la junta, han generado un clima de incertidumbre institucional.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha alertado sobre los riesgos de estas injerencias, subrayando que la independencia de los bancos centrales es fundamental para la estabilidad macroeconómica. La erosión de esta autonomía podría derivar en políticas monetarias erráticas, con costos mayores a largo plazo.
Pese a las dudas, los resultados empresariales han sorprendido positivamente. El 86% de las compañías que reportaron en el tercer trimestre superaron las expectativas, impulsando la confianza en la renta variable. No obstante, la cautela persiste: mientras sectores tecnológicos y de inteligencia artificial mantienen su liderazgo, algunos inversores advierten sobre posibles burbujas y sobrevaloraciones.
Los mercados inmobiliarios también muestran señales de desaceleración, con precios de viviendas aumentando a su ritmo más lento en dos años, impactados por el cierre parcial del gobierno y la incertidumbre económica.
Este episodio confirma que la Reserva Federal se encuentra en un cruce de caminos, enfrentando un dilema clásico con matices contemporáneos: cómo equilibrar la lucha contra una inflación persistente sin estrangular un mercado laboral que comienza a mostrar fatiga. Las presiones políticas externas y la volatilidad del contexto global complican aún más esta tarea.
La reducción de tipos, aunque bienvenida por los mercados, no es una solución definitiva sino un respiro en un escenario económico complejo y cambiante. La independencia de la Fed emerge como un bien preciado, cuya protección será clave para evitar que las decisiones monetarias se conviertan en herramientas de corto plazo al servicio de intereses políticos.
Para Chile y otras economías emergentes, este movimiento implica adaptarse a un nuevo ciclo global donde la volatilidad y la incertidumbre serán la norma, y donde la prudencia y el análisis profundo deberán guiar las políticas económicas y las decisiones de inversión.
"La Fed debe navegar con cautela, porque el costo de errar podría ser una inflación descontrolada o una recesión profunda", señaló Axel Christensen, director de estrategia de inversiones para América Latina en BlackRock.
Este episodio invita a reflexionar sobre la importancia de la autonomía institucional, la necesidad de políticas económicas equilibradas y la relevancia de entender las dinámicas globales con perspectiva y distancia, para no sucumbir a la ansiedad informativa y al ruido del corto plazo.