
China se encuentra en un punto de inflexión económico donde el deseo estatal de aumentar el consumo interno choca frontalmente con la actitud cautelosa y ahorrativa de su juventud. El Partido Comunista Chino (PCCh) estableció en octubre de 2025 que el próximo plan quinquenal (2026-2030) priorizará "elevar de forma notable la tasa de consumo de los hogares" y eliminará "restricciones poco razonables" para la compra de automóviles y viviendas. Sin embargo, esta política se enfrenta a una realidad social compleja: los jóvenes chinos, especialmente los recién graduados, mantienen una postura marcada por la frugalidad y la incertidumbre económica.
El desempleo juvenil en China se ha mantenido alrededor del 20% en 2025, con salarios estancados o en descenso, y una crisis inmobiliaria persistente que hace que la idea de adquirir una vivienda propia sea cada vez más lejana. En este escenario, muchos jóvenes optan por un estilo de vida minimalista y ahorrativo, como lo ilustran figuras de las redes sociales que promueven el consumo austero y la supervivencia con presupuestos extremadamente ajustados. Por ejemplo, Zhang Pequeño Grano de Arroz, influencer con casi 100 mil seguidores, explica que 'espera que más gente entienda las trampas del consumo para poder ahorrar, lo que reducirá su estrés y les dará tranquilidad.'
Por otro lado, jóvenes como "Pequeña Hierba que Flota en Pekín" muestran cómo es posible vivir con menos de un dólar por comida, ahorrando más de US$180.000 en seis años, aunque con incertidumbre sobre el futuro personal y familiar.
Las autoridades chinas han reconocido que el consumo interno representa solo el 39% del PIB, muy por debajo del 60% de países desarrollados, y que esta baja tasa dificulta el crecimiento sostenible. El nuevo plan quinquenal busca revertir esta tendencia, con medidas para fomentar el gasto en servicios públicos y eliminar barreras para la adquisición de bienes duraderos.
Pero la realidad estructural es compleja. George Magnus, economista de la Universidad de Oxford, advierte que la transición hacia una economía de alta tecnología, con foco en robótica e inteligencia artificial, no genera empleos suficientes para los jóvenes graduados, quienes a menudo aceptan trabajos de baja cualificación. Además, el ahorro culturalmente arraigado en la sociedad china, heredado de generaciones anteriores, dificulta el cambio hacia un consumo más agresivo.
Mientras el PCCh apuesta por incentivar el consumo para evitar la deflación y estimular la economía, muchos jóvenes permanecen escépticos. Una joven del centro de Pekín confiesa: 'Cambió mi trabajo pero no gano lo mismo, y no sé cuánto podré mantenerlo. La situación económica es mala y eso desanima.' Este pesimismo se traduce en un círculo donde la espera de precios más bajos (deflación) retrasa aún más las compras, afectando la salud de las empresas y el crecimiento general.
Expertos como Helena Lofgren, del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales, señalan que la economía china está demasiado orientada a la inversión y exportación, y que para sostenerse necesita un consumo interno más robusto y diversificado.
La historia que se despliega en China no es solo una cuestión de cifras macroeconómicas, sino un choque cultural y generacional donde el Estado y sus jóvenes protagonistas están en un duelo abierto. Por un lado, el gobierno impulsa políticas para que la población gaste más y así dinamizar la economía; por otro, una generación marcada por la precariedad laboral y la incertidumbre opta por la cautela y el ahorro extremo.
Este fenómeno revela un problema estructural: sin empleo estable y salarios dignos, las medidas para incentivar el consumo se topan con un muro social difícil de derribar. La transición económica hacia sectores tecnológicos de alta productividad pero baja generación de empleo añade una capa más de complejidad a este escenario.
El futuro inmediato de China dependerá de su capacidad para equilibrar estas tensiones, ofreciendo seguridad económica a sus jóvenes y transformando la cultura del ahorro en un consumo responsable pero suficiente para sostener el crecimiento. Mientras tanto, la juventud china continúa su batalla silenciosa, entre la esperanza y la resignación, en un país que busca reinventar su motor económico sin perder su esencia cultural.
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Fuentes: BBC News Mundo, Cooperativa.cl, declaraciones de economistas George Magnus y Helena Lofgren.
2025-11-11