
Un ritual que se repite pero que cada año revela nuevas tensiones y desafíos. Así puede resumirse el fenómeno que vivió el Aeropuerto de Santiago durante las recientes Fiestas Patrias, cuando más de 710 mil personas transitaron por sus terminales nacionales e internacionales entre el 12 y el 21 de septiembre. Este éxodo masivo, que tuvo sus momentos álgidos el miércoles 17 y el domingo 21 con flujos de hasta 78 mil pasajeros diarios, expuso la compleja dinámica que enfrenta la infraestructura aeroportuaria y la institucionalidad pública en el Chile contemporáneo.
En el centro de esta historia están los viajeros que, cargados de ilusiones y tradiciones, buscan conectar con sus raíces o explorar nuevos horizontes. Los destinos nacionales privilegiados fueron el norte, especialmente Calama y las playas de Atacama, y el sur, con Puerto Montt y Chiloé como focos turísticos. En el plano internacional, Brasil, Perú y Argentina encabezaron las preferencias, mientras que el aumento de viajes por tierra también marcó un fenómeno notable, con Santiago como epicentro de las fondas y rutas patrimoniales.
Pero no solo los pasajeros protagonizaron esta temporada. Las autoridades del Ministerio de Obras Públicas, Turismo, la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), junto a la concesionaria del aeropuerto y fuerzas de seguridad como Carabineros y PDI, desplegaron un operativo coordinado para enfrentar la avalancha humana. Danilo Núñez, subsecretario de Obras Públicas, enfatizó la importancia de la planificación anticipada y el cumplimiento de requisitos para agilizar el tránsito. Sin embargo, la experiencia de muchos usuarios fue una mezcla de esperas prolongadas y momentos de tensión, que reflejan las limitaciones estructurales aún presentes.
Desde el punto de vista gubernamental, el balance es positivo. Se destacó la puesta en marcha de nuevas tecnologías, como el escáner en el terminal nacional, y la coordinación interinstitucional para garantizar la seguridad y fluidez. Verónica Pardo, subsecretaria de Turismo, resaltó el crecimiento del turismo y la recuperación post pandemia, proyectando un cierre de año con cerca de 5,7 millones de visitantes internacionales.
Sin embargo, voces ciudadanas y expertos en movilidad plantearon críticas. Para muchos viajeros, la congestión y las largas filas evidenciaron que la infraestructura aeroportuaria sigue rezagada frente a la demanda creciente. Desde organizaciones sociales y usuarios frecuentes, se reclamó una planificación más audaz y una mayor inversión en modernización, que contemple no solo la capacidad física sino también la experiencia integral del pasajero.
Este fenómeno no solo afecta a Santiago. Las regiones receptoras de turistas enfrentaron un aumento en la presión sobre sus servicios y recursos, desde alojamientos hasta transporte local. Mientras algunas localidades celebraron el impulso económico, otras alertaron sobre la necesidad de gestionar mejor el turismo para evitar impactos negativos en comunidades y ecosistemas.
Por otro lado, el auge de viajes por tierra y la preferencia por rutas patrimoniales reflejan una búsqueda de reconexión con la identidad y el patrimonio nacional, en un contexto donde las Fiestas Patrias siguen siendo un momento clave para la expresión cultural y social.
La temporada 2025 de Fiestas Patrias en el Aeropuerto de Santiago ha sido un espejo donde se reflejan las tensiones entre crecimiento, infraestructura y experiencia ciudadana. Más de 710 mil pasajeros movilizados en una semana no solo representan cifras, sino también desafíos concretos para la gestión pública y privada. La coordinación institucional fue un logro, pero las críticas sobre la capacidad y calidad del servicio ponen en evidencia que el país debe avanzar hacia soluciones integrales y sostenibles.
El turismo, motor económico y cultural, crece y diversifica sus rutas, pero también exige una mirada estratégica que equilibre desarrollo con calidad de vida y respeto por las comunidades receptoras. En definitiva, esta historia es un llamado a no perder de vista que detrás de cada flujo masivo hay rostros, expectativas y una necesidad profunda de que el sistema responda con eficiencia y humanidad.