
El pasado 16 de noviembre de 2025, el Distrito 8 de la Región Metropolitana, que incluye comunas como Cerrillos, Colina, Estación Central, Lampa, Maipú, Tiltil, Pudahuel y Quilicura, vivió una elección parlamentaria que, lejos de ser un mero trámite, expuso las tensiones y transformaciones profundas en el tejido político local.
Este distrito, tradicionalmente un microcosmos de la diversidad social y política de Santiago, se convirtió en un escenario donde ocho cupos a la Cámara de Diputados fueron disputados en un ambiente marcado por la fragmentación y el cambio.
Cuatro de los actuales diputados buscaron la reelección, pero no todos bajo las mismas banderas que los llevaron a la Cámara en 2021. Viviana Delgado, por ejemplo, cambió su representación del Partido Ecologista Verde al Partido Liberal, mientras que Rubén Oyarzo migró del Partido de la Gente al Partido Radical. Estos movimientos reflejan una tendencia creciente de volatilidad partidaria y la búsqueda de nuevas identidades políticas en un electorado cada vez más exigente y plural.
Por otro lado, figuras emblemáticas como Carmen Hertz (PC) optaron por no repostular al distrito y buscaron otros cargos, en su caso el Senado, dejando vacantes que sus partidos intentaron cubrir con nombres conocidos como el exministro Marcos Barraza, aliado cercano de la candidata presidencial Jeannette Jara.
En el bloque Unidad por Chile, la apuesta fue clara: mantener la representación con candidatos que combinaran experiencia y reconocimiento público, como el exministro Barraza, mientras que en la derecha, la UDI buscó retener su espacio con Mario Olavarría, exalcalde de Colina, y Sebastián Keitel, independiente con fuerte arraigo familiar en la política.
El Frente Amplio también mostró una estrategia de renovación, presentando a Claudia Mix acompañada por la exconvencional Tatiana Urrutia, intentando capitalizar la fuerza social y política que el bloque ha mantenido en la zona.
Pero más allá de los nombres, lo que llamó la atención fue la multiplicidad de candidaturas, que evidenció un electorado fragmentado y un sistema político en plena reconfiguración. La irrupción de figuras no tradicionales, como el ex chico reality Gonzalo Egas por Demócratas, y la presencia de rostros televisivos y exautoridades, mostraron un intento de conectar con distintos sectores sociales, desde las bases populares hasta las clases medias emergentes.
“El distrito 8 es un espejo de las tensiones que vive Chile: cambios de identidad política, demandas sociales diversas y un electorado que ya no se siente representado por los partidos tradicionales”, explicó el sociólogo político Andrés Muñoz en entrevista con La Tercera.
Desde la perspectiva regional, las comunas que componen el distrito presentan realidades socioeconómicas disímiles, desde zonas urbanas consolidadas hasta sectores periurbanos con altos índices de vulnerabilidad. Esta diversidad complejiza la tarea de los candidatos y obliga a un discurso político más matizado y sensible a las distintas demandas.
Finalmente, la elección en el Distrito 8 puso en evidencia la dificultad de los partidos para mantener estructuras sólidas en territorios complejos y la necesidad de adaptarse a un electorado que privilegia la autenticidad y la cercanía sobre los esquemas rígidos.
En definitiva, los resultados electorales del 16 de noviembre confirman un escenario político local en transformación, marcado por la fragmentación, la renovación y la búsqueda de nuevos liderazgos. La disputa por el Distrito 8 no solo definió quiénes serán los próximos diputados, sino que también reflejó la crisis y oportunidad que enfrenta la política chilena en su conjunto.
Las voces disonantes, desde la izquierda a la derecha, coinciden en que la política debe repensarse desde la base social y territorial para evitar la desconexión que hoy amenaza la representatividad y la gobernabilidad. En ese sentido, el Distrito 8 es un laboratorio político que anticipa desafíos mayores para el país.
2025-11-03