
El 15 de septiembre de 2025, el Ejército israelí demolió la Torre Ghafri, el edificio más alto de Gaza, una estructura de 18 pisos con 60 departamentos ubicada en la zona portuaria de la ciudad. Este ataque se enmarca en la ofensiva que Israel mantiene contra Hamás desde hace casi dos años. La acción, que tuvo repercusiones inmediatas y resonancia internacional, no solo destruyó infraestructura sino que reavivó las tensiones y los debates sobre la estrategia militar y sus consecuencias humanitarias.
Según el comunicado oficial israelí, la Torre Ghafri había sido convertida en un centro de operaciones de Hamás, con la instalación de "sistemas de inteligencia y puestos de observación para monitorear la ubicación de las tropas israelíes". "El edificio representaba una amenaza directa para la seguridad de nuestras fuerzas," afirmó un portavoz militar. Sin embargo, no se presentaron pruebas públicas que confirmaran estas acusaciones.
Por su parte, la población gazatí y diversas organizaciones humanitarias denunciaron que la demolición fue parte de una campaña para forzar el desplazamiento masivo hacia el sur del enclave, previo a una esperada invasión terrestre en la capital. "Es un intento de vaciar Gaza, dejando a miles sin hogar y aumentando la crisis humanitaria," expresó un líder comunitario local.
Antes del derribo, el Ejército israelí ordenó el desplazamiento forzoso de los residentes y de las tiendas de campaña donde se refugiaban desplazados internos, lo que sumó preocupación sobre las condiciones en que se ejecutó la operación.
Desde la óptica israelí, la destrucción de la Torre Ghafri es una medida necesaria para neutralizar la capacidad militar de Hamás, considerada una organización terrorista por varios países. Este enfoque prioriza la seguridad nacional y la eliminación de amenazas estratégicas.
En contraste, voces internacionales, activistas y sectores de la sociedad civil advierten sobre el alto costo en vidas y bienestar de civiles inocentes, además de la legalidad y ética de atacar infraestructuras residenciales. La ONU y grupos de derechos humanos han llamado a investigaciones independientes para esclarecer hechos y responsabilidades.
La demolición de uno de los símbolos urbanos de Gaza no solo afectó la infraestructura física sino que profundizó la crisis humanitaria en un enclave ya asediado y superpoblado. Miles de personas se vieron desplazadas, y la escasez de recursos básicos se agudizó. Además, el episodio intensificó la polarización internacional, con países y bloques alineándose en apoyo a una u otra parte.
En el plano estratégico, la acción israelí puede interpretarse como un intento de debilitar la capacidad de Hamás para resistir en la ciudad, pero también ha reforzado la narrativa de victimización y resistencia entre los palestinos, alimentando un ciclo de violencia difícil de romper.
Este episodio revela la complejidad del conflicto israelí-palestino, donde la línea entre la legítima defensa y la vulneración de derechos humanos es difusa y disputada. La destrucción de la Torre Ghafri es mucho más que un evento militar: es un símbolo de la tragedia humana que se desarrolla en Gaza, una ciudad atrapada entre estrategias bélicas y el sufrimiento cotidiano de su gente.
La falta de pruebas concluyentes sobre el uso militar del edificio y la ausencia de mecanismos efectivos para proteger a la población civil plantean interrogantes sobre la legalidad y moralidad de las acciones en zonas urbanas densamente pobladas.
En definitiva, la historia de la Torre Ghafri se inscribe en un relato mayor, donde las consecuencias visibles —desplazamiento, destrucción, polarización— invitan a una mirada crítica y a un debate profundo sobre cómo avanzar hacia una solución que priorice la dignidad humana y la paz duradera.
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Fuentes consultadas: Cooperativa.cl (15/09/2025), informes de derechos humanos internacionales, declaraciones oficiales del Ejército de Israel y testimonios de la población de Gaza.