Estados Unidos aumenta récord en recaudación arancelaria: ¿un alivio fiscal o una trampa a largo plazo?

Estados Unidos aumenta récord en recaudación arancelaria: ¿un alivio fiscal o una trampa a largo plazo?
Economía
Macroeconomía
2025-11-16
Fuentes
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- Récord histórico en ingresos por aranceles en 2025.

- Tensión entre protección industrial y sostenibilidad fiscal.

- Debate abierto sobre impacto en consumidores, empresas y socios comerciales.

Estados Unidos ha alcanzado un hito inédito en la recaudación de ingresos por aranceles, pero el alivio fiscal que esto representa parece estar cargado de contradicciones que podrían socavar su eficacia a largo plazo. Hasta julio de 2025, el Tesoro estadounidense ingresó 114.860 millones de dólares en concepto de aranceles, cifra que supera lo recaudado en todo 2023 y 2024 y representa un 0,4% del PIB. Este récord, impulsado por la escalada arancelaria promovida desde la administración Trump, ha convertido lo que antes era una fuente marginal en un instrumento relevante para las finanzas públicas.

Sin embargo, esta victoria inmediata se enfrenta a un dilema estructural: la reducción de importaciones, objetivo declarado para proteger la industria nacional, limita la base sobre la cual se aplican los aranceles, poniendo en entredicho la sostenibilidad de esta estrategia. La paradoja es clara: mientras más se logra frenar la entrada de bienes extranjeros, menor será la recaudación futura.

Desde distintas perspectivas, este fenómeno se analiza de manera diversa. Expertos económicos de CaixaBank Research señalan que “alcanzar el 1% del PIB en ingresos arancelarios es posible, pero difícil de sostener en el tiempo”. Por otro lado, sectores industriales ven en esta política una oportunidad para recuperar terreno frente a la competencia extranjera, aunque no sin costos. Representantes empresariales advierten que “los costos crecientes de insumos importados y la incertidumbre comercial afectan la competitividad y la planificación a mediano plazo”.

En el plano social, el impacto también es materia de debate. El aumento en los precios de productos importados, que según estudios se traslada casi íntegramente al consumidor, reduce el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Para los ciudadanos, esta política se traduce en un golpe directo al bolsillo, con un efecto multiplicador en la inflación y en la demanda interna.

Además, la dimensión internacional añade complejidad. Desde la Unión Europea y México, socios comerciales afectados por las subidas arancelarias, se han emitido críticas que apuntan a un deterioro en las relaciones bilaterales y a riesgos de represalias. La incertidumbre jurídica también pesa: un tribunal de apelaciones declaró ilegales en su mayoría estos gravámenes, decisión que la Casa Blanca ha recurrido ante el Tribunal Supremo, sumando un componente de tensión política y legal.

Finalmente, la mirada a futuro invita a la reflexión. Mientras Estados Unidos experimenta un enfriamiento económico —con previsiones de crecimiento del PIB que bajan del 3% en 2024 a cerca del 1,3% en 2025 y 2026—, la estrategia arancelaria parece un parche que no resuelve el déficit estructural ni fortalece la estabilidad fiscal.

En conclusión, la historia de los aranceles en 2025 es la de un triunfo momentáneo que pone en evidencia las tensiones entre objetivos dispares: proteger la industria, recaudar más impuestos y mantener el flujo comercial. Las consecuencias visibles hasta ahora —consumidores con menor poder adquisitivo, empresas con costos crecientes y socios comerciales resentidos— anticipan un escenario donde el alivio fiscal podría ser efímero y costoso. La pregunta que queda en el aire es si la administración estadounidense podrá encontrar un equilibrio viable o si este episodio marcará un capítulo más en la compleja saga de la política comercial y fiscal global.