Incendios urbanos y forestales en Chile: un octubre marcado por la emergencia y la vulnerabilidad urbana

Incendios urbanos y forestales en Chile: un octubre marcado por la emergencia y la vulnerabilidad urbana
Actualidad
Conflictos sociales
2025-11-16
Fuentes
cooperativa.cl www.latercera.com cooperativa.cl cooperativa.cl www.latercera.com www.latercera.com cooperativa.cl www.latercera.com elpais.com www.latercera.com cooperativa.cl cooperativa.cl cooperativa.cl www.elzorronortino.cl

- Cinco grandes incendios afectaron distintas zonas urbanas y forestales.

- Diferentes respuestas y desafíos en la gestión de emergencias.

- Contrastes entre vulnerabilidad social y ambiental evidenciados en las zonas afectadas.

Un octubre 2025 que arde en la memoria. Desde la ladera del cerro Renca en Quilicura hasta el centro comercial de Independencia, pasando por la parte alta de Valparaíso y el corazón de Santiago, una serie de incendios estructurales y forestales marcaron un mes que desnuda tensiones profundas entre la urbanización acelerada, la gestión pública y la fragilidad ambiental.

El 18 de octubre un incendio forestal consumió la ladera norponiente del cerro Renca, en Quilicura, extendiéndose hacia Valle Lo Campino. El viento fue un aliado del fuego, dificultando el control y generando una densa humareda visible desde varios puntos de la Región Metropolitana. El despliegue bomberil incluyó compañías de Quilicura y Quinta Normal, quienes lograron contener la emergencia sin reportes de víctimas fatales. Sin embargo, la rápida propagación puso en evidencia la vulnerabilidad de las áreas periurbanas, donde la vegetación convive con asentamientos y fábricas. “El fuego se propagó con rapidez por la acción del viento, lo que complicó la labor de contención y puso en riesgo viviendas cercanas”, comentó un voluntario de Bomberos.

En paralelo, el mes estuvo marcado por varios incendios estructurales en zonas urbanas densamente pobladas. El 29 de septiembre, un gran incendio afectó locales comerciales en Avenida Independencia con Carrión, dejando dos personas con quemaduras severas y destruyendo una estructura antigua con peligro de derrumbe. La emergencia movilizó a 14 compañías de Bomberos, resaltando la complejidad de intervenir en construcciones con materiales mixtos y antigüedad, en un sector de alta actividad comercial.

En Santiago Centro, otro incendio el 14 de septiembre consumió un local de frenos en la intersección de Cumming con Rosas. La presencia de materiales combustibles y tóxicos complicó el control del fuego, que movilizó a 19 compañías bomberiles. Afortunadamente, no hubo víctimas fatales, pero el incidente puso en evidencia la necesidad de una regulación más estricta en locales con riesgo elevado.

Más al norte, en la comuna de Santiago Centro, el 2 de noviembre un incendio estructural dejó una persona fallecida en Caldera, un hecho que reavivó el debate sobre la prevención y el acceso a servicios de emergencia en zonas menos favorecidas del país.

En la costa, la parte alta de Valparaíso fue escenario de otro grave incendio el 11 de octubre. Una vivienda en el sector Rodelillo fue completamente destruida, dejando cuatro lesionados —tres civiles y un bombero— tras una movilización masiva de más de 70 voluntarios. El comandante Eugenio Rivero destacó la rápida respuesta que evitó una tragedia mayor, pero también subrayó la fragilidad de las construcciones en zonas de riesgo y la necesidad de planes de mitigación más efectivos.

Estos episodios no son aislados. La confluencia de factores como el cambio climático, la expansión urbana desordenada, la precariedad en la construcción y las limitaciones en los sistemas de emergencia configuran un escenario complejo. Desde las voces de las autoridades hasta las experiencias de los vecinos, el análisis revela tensiones entre la urgencia de la respuesta y la necesidad de políticas públicas integrales.

Desde el espectro político, sectores de oposición han cuestionado la gestión gubernamental, señalando que “la prevención y fiscalización en zonas vulnerables sigue siendo insuficiente, lo que se traduce en tragedias evitables”. Por otro lado, desde el oficialismo se destaca el aumento en recursos destinados a Bomberos y la implementación de programas de capacitación comunitaria, aunque admiten que los desafíos son de largo plazo.

En el plano social, las comunidades afectadas expresan una mezcla de frustración y resiliencia. Para muchos, estos incendios evidencian la desigualdad territorial y la falta de acceso a infraestructura segura. “Nos sentimos abandonados, pero también hemos aprendido a organizarnos para enfrentar estas emergencias”, comenta una dirigente vecinal de Quilicura.

Finalmente, la dimensión ambiental no puede ser soslayada. El incendio en cerro Renca, en particular, pone en relieve la tensión entre la protección de espacios verdes periurbanos y la presión inmobiliaria y productiva. Expertos advierten que sin una planificación territorial que integre la gestión de riesgos, estos eventos tenderán a repetirse con mayor frecuencia e intensidad.

En suma, el octubre de incendios en Chile es una tragedia en desarrollo que invita a la reflexión profunda: la urgencia de la emergencia convive con la necesidad de políticas públicas integrales, la realidad social con la fragilidad ambiental, y la acción inmediata con la planificación estratégica. La lección, aunque dolorosa, es clara: sin abordar estas tensiones en conjunto, el fuego seguirá siendo un adversario difícil de vencer.