
Un duelo que se extiende más allá del debate. Desde septiembre de 2025, los sondeos presidenciales han mostrado una contienda electoral marcada por la estrecha competencia entre Jeannette Jara, representante del oficialismo, y José Antonio Kast, líder del sector republicano. Este enfrentamiento ha dejado en evidencia no solo la fragmentación política, sino también las profundas divisiones sociales que atraviesan a Chile en esta etapa decisiva.
Según la encuesta Cadem de la segunda semana de septiembre, Jara y Kast se encuentran prácticamente empatados, con 26% y 25% respectivamente, mientras que Evelyn Matthei, la carta de Chile Vamos, aparece como tercera fuerza con un 18%. Sin embargo, la encuesta Criteria, realizada en el mismo período, presenta un panorama distinto: Jara lidera con 29%, Kast sigue con 27%, y Matthei disminuye a 13%. Esta disparidad refleja no solo métodos y muestras diferentes, sino también la volatilidad y la incertidumbre que imperan en el electorado.
Desde el oficialismo, la candidatura de Jara es vista como la esperanza de consolidar las reformas sociales y económicas iniciadas en el gobierno actual. Sus partidarios destacan su discurso enfocado en la justicia social y la ampliación de derechos. En contraste, el sector republicano, con Kast a la cabeza, plantea un retorno a valores conservadores y una agenda de seguridad y orden, argumentando que la estabilidad es condición para el desarrollo.
Matthei, por su parte, representa un intento de centro-derecha tradicional que busca captar a los votantes desencantados tanto con la izquierda como con la derecha más radical.
El análisis regional revela que las preferencias electorales no son homogéneas. En zonas urbanas y del centro-sur, Jara mantiene mayor respaldo, mientras que en regiones del norte y sur profundo, Kast encuentra un electorado más receptivo. Esta fragmentación geográfica es reflejo de las distintas realidades económicas y sociales que conviven en el país.
Socialmente, el país sigue dividido entre quienes apuestan a cambios profundos y quienes temen que estos puedan desestabilizar el orden establecido. Las encuestas también muestran un porcentaje no menor de indecisos y de votantes que consideran opciones nulas o blancas, indicador de la desafección política que persiste.
El debate presidencial organizado por Chilevisión sirvió como escenario para medir fuerzas. El 71% de los encuestados siguió el encuentro, y casi la mitad lo evaluó positivamente. Sin embargo, la percepción de ganador estuvo dividida: Kast fue señalado como vencedor por un 17%, Jara por un 16%, y Mayne-Nicholls alcanzó un 13%. Matthei, aunque con menor respaldo en sondeos, obtuvo la mejor evaluación promedio, lo que indica que la calidad del debate no siempre se traduce en intención de voto.
Este escenario revela varias verdades ineludibles: la competencia presidencial chilena en 2025 no es un simple enfrentamiento entre dos candidatos, sino la expresión de un país en tensión, con múltiples voces y realidades que pugnan por ser escuchadas. El empate estadístico entre Jara y Kast no es solo numérico, sino simbólico de una sociedad dividida.
Además, la volatilidad en las encuestas y la diversidad de escenarios de segunda vuelta proyectan un futuro político incierto, donde las alianzas y movimientos tácticos serán decisivos.
Finalmente, el elevado porcentaje de votantes indecisos o que optan por el voto nulo refleja un desafío para la democracia chilena: recuperar la confianza y el compromiso ciudadano en un proceso electoral que, más que definir un gobierno, parece definir el rumbo del país para la próxima década.
Este duelo, lejos de resolverse en un instante, invita a la reflexión profunda sobre las raíces y consecuencias de las decisiones que Chile enfrenta en su encrucijada política.
2025-11-11