
Un refugio en la frontera que resiste el paso del tiempo
Desde la década de 1920, el Kentucky Club, ubicado en Ciudad Juárez, México, se mantiene como el último bar legendario a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México. En un entorno marcado por la violencia de los cárteles, el endurecimiento de los controles migratorios y la pandemia, este establecimiento ha logrado sobrevivir cuando tantos otros han desaparecido.
Su fama no solo radica en su longevidad, sino en ser el presunto lugar donde nació la margarita, un cóctel que ha trascendido fronteras y se ha convertido en un ícono internacional. “La margarita fue creada en 1942 para una clienta llamada Margarita, porque en ese tiempo no era bien visto que las mujeres bebieran tequila puro”, recuerda Teodoro Morales, el actual barman.
Perspectivas encontradas entre historia y política
Desde el punto de vista cultural, el Kentucky Club representa una memoria viva de una época en que cruzar la frontera era sencillo, y la interacción social entre ambos lados fluía con naturalidad. Sin embargo, esta experiencia se ha visto profundamente afectada por factores políticos y sociales.
Tras el 11 de septiembre de 2001, la seguridad fronteriza se intensificó, dificultando el tránsito y reduciendo el flujo de visitantes estadounidenses. Además, la violencia generada por los cárteles de droga, que exigían pagos de protección, ahuyentó a turistas y clientes.
Para algunos habitantes de Ciudad Juárez, el bar es un símbolo de resistencia y orgullo local. Alejandro Acosta, cliente de toda la vida, afirma que la tradición y el servicio hacen que la experiencia sea única, más allá del cóctel en sí.
En contraste, desde El Paso, Texas, visitantes como Marina Streep valoran el Kentucky Club como un espacio donde el tiempo parece detenerse, un refugio ante la tensión cotidiana y la fragmentación social que caracteriza la frontera hoy.
Un símbolo de reconciliación en tiempos de división
El Kentucky Club no solo sobrevive, sino que funciona como un recordatorio tangible de una historia compartida. Su existencia plantea preguntas sobre cómo las políticas migratorias y de seguridad impactan la vida cultural y social de las regiones fronterizas.
“El Kentucky Club tiene alma, puedes sentir toda la historia que se ha vivido aquí”, dice Rich Wright, guía turístico de El Paso, destacando el valor intangible del lugar.
La leyenda de la margarita, aunque discutida en cuanto a su origen exacto, se mantiene viva como un puente simbólico que une a dos países con historias complejas y entrelazadas.
Conclusiones y consecuencias visibles
La persistencia del Kentucky Club frente a las adversidades refleja una tensión constante entre la memoria histórica y las realidades contemporáneas. Este bar es un microcosmos donde convergen la cultura, la política y la economía fronteriza.
El endurecimiento de las fronteras y la violencia no solo afectan la seguridad, sino también la convivencia y el intercambio cultural. Sin embargo, espacios como el Kentucky Club demuestran que la identidad binacional puede resistir y adaptarse, ofreciendo refugio y continuidad en un contexto marcado por la fragmentación.
Este caso invita a reflexionar sobre la necesidad de políticas que reconozcan y preserven los vínculos culturales en la frontera, entendiendo que la historia compartida es también un capital social que puede contribuir a la reconciliación y al desarrollo regional.
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Fuentes: Reportaje de EL PAÍS (2025), testimonios de clientes y trabajadores del Kentucky Club, análisis sociopolítico de la frontera México-Estados Unidos.