La carrera presidencial en Chile: entre el cambio y la continuidad se juega el futuro del país

La carrera presidencial en Chile: entre el cambio y la continuidad se juega el futuro del país
Actualidad
Política
2025-11-16
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- Tres candidatos con perfiles y apoyos diferenciados.

- El voto joven y femenino como campo de batalla decisivo.

- Seguridad y economía desplazan a la agenda valórica tradicional.

Un escenario en transformación. Desde la apertura formal de la propaganda electoral el 17 de septiembre, la carrera presidencial chilena ha mostrado una dinámica que refleja no solo las tensiones políticas tradicionales, sino también un cambio en las prioridades ciudadanas. Los candidatos José Antonio Kast, Jeannette Jara y Evelyn Matthei protagonizan un enfrentamiento que va más allá de la simple disputa por votos: es una batalla por definir la dirección del país en un contexto marcado por la inseguridad, la economía y la incertidumbre social.

Tres protagonistas, tres desafíos

José Antonio Kast, líder del sector más conservador, se mantiene en la delantera con un 30% de apoyo femenino y un 26% masculino según encuestas recientes de Cadem y Panel Ciudadano. Sin embargo, su fortaleza en el voto masculino, tradicionalmente su bastión, se ha visto erosionada por la irrupción de figuras como Johannes Kaiser del Partido Nacional Libertario y Franco Parisi del PDG, quienes le restan un porcentaje significativo de sufragios. Este fenómeno ha obligado a Kast a reorientar su discurso, dejando atrás los temas valóricos que marcaron sus campañas anteriores para centrarse en la seguridad y la economía, temas que hoy dominan la agenda pública.

“El cambio de agenda le permite a Kast hablarles a todos; no tiene que segmentar necesariamente entre hombres y mujeres”, explica Roberto Izikson, gerente general de Cadem.

Jeannette Jara, representante del oficialismo, capitaliza su vínculo con el actual gobierno y su atractivo entre mujeres y jóvenes de 18 a 34 años, quienes valoran su postura en temas valóricos y sociales. No obstante, enfrenta un flanco débil en el voto masculino adulto, menos politizado y más escéptico, que cuestiona su capacidad para enfrentar la delincuencia y la crisis laboral. Su desafío es doble: consolidar la base fiel y, al mismo tiempo, sacudirse la imagen de continuidad para atraer a votantes indecisos o desencantados.

“Jara debe mostrar que es una figura de cambio frente al gobierno actual”, señala Juan Pablo Lavín, fundador de Panel Ciudadano.

Evelyn Matthei, tercera en las preferencias, lucha por remontar en un electorado joven que le es esquivo. Su apuesta por proyectar una imagen de estadista y su nuevo enfoque en políticas sociales como el subsidio habitacional “Pie Cero” y la creación de un millón de empleos buscan captar a ese segmento, pero los resultados hasta ahora son limitados. Su perfil tradicional, asociado a estabilidad y experiencia, cala mejor en votantes adultos y habituales, pero no logra conectar con las nuevas generaciones, que se sienten más atraídas por discursos más confrontacionales o progresistas.

La agenda que mueve votos

El desplazamiento de la agenda valórica —que en elecciones anteriores dominaba el debate— hacia temas más “terrenales” como la seguridad, la migración y la economía, ha sido un factor decisivo. Esto explica, en parte, la redistribución del apoyo entre los candidatos y la volatilidad del electorado joven y masculino.

“La delincuencia pasó de ser la sexta prioridad en 2021 a la primera hoy, y eso cambia la conversación política”, enfatiza Cristián Valdivieso, socio fundador de Criteria.

Por otro lado, la obligatoriedad del voto para cinco millones de nuevos electores añade un grado de imprevisibilidad. Este grupo, caracterizado por su apatía política y decisiones tardías, podría inclinar la balanza en la elección.

Verdades y consecuencias

La contienda presidencial chilena no es solo una lucha política, sino un reflejo de un país que busca respuestas a problemas urgentes y cotidianos. Los candidatos han tenido que adaptarse a una realidad donde la seguridad y la economía pesan más que las disputas ideológicas tradicionales. Sin embargo, esta adaptación no ha sido homogénea ni suficiente para garantizar certezas sobre quién logrará imponerse en la primera vuelta.

El electorado joven emerge como un actor clave, pero también el más esquivo y fragmentado, lo que obliga a los candidatos a repensar sus estrategias y discursos. La polarización entre continuidad y cambio se expresa con claridad, y los próximos meses serán decisivos para ver si alguno logra articular un relato convincente que trascienda las divisiones actuales.

En definitiva, esta elección es un espejo de las tensiones y esperanzas de Chile, donde la política se juega en un terreno movedizo, y la capacidad de adaptación y conexión con las demandas ciudadanas será el factor que determine el rumbo del país.