
Una tragedia anunciada con consecuencias fatales. En la madrugada del 15 de noviembre de 2025, un vehículo menor impactó contra un bus del sistema Red estacionado en la Autopista Central, a la altura de Lo Espejo, dejando un saldo de un fallecido y tres heridos. Este accidente no solo conmocionó a la Región Metropolitana, sino que también reactivó un debate profundo sobre la seguridad vial y el rol de las autoridades en la prevención de estos siniestros.
Dos días antes, el 13 de noviembre, un conductor en aparente estado de ebriedad ingresó a la autopista en sentido contrario, generando una colisión frontal que dejó tres personas lesionadas. Este hecho, ocurrido a la altura del enlace con Balmaceda, expuso nuevamente las falencias en el control y fiscalización del tránsito en una de las arterias más críticas de Santiago.
Desde el mundo político, las posturas se dividen. Para sectores de oposición, como el diputado de Renovación Nacional, “estos accidentes reflejan una falla estructural en la gestión del transporte público y la seguridad vial, donde la falta de supervisión y protocolos claros termina costando vidas”. En contraste, desde el oficialismo, se argumenta que “la responsabilidad recae principalmente en la imprudencia individual y el consumo irresponsable de alcohol, factores que deben ser sancionados con mayor rigor”, según una autoridad del Ministerio de Transportes.
La comuna de Lo Espejo, epicentro del accidente fatal, ha visto en los últimos años un aumento en la congestión vehicular y en incidentes de tránsito. Vecinos y organizaciones sociales denuncian que la presencia de vehículos estacionados en plena autopista, como el bus involucrado, es una práctica recurrente para evitar horarios de servicio o por fallas mecánicas, pero sin protocolos claros para señalizar o asegurar la vía.
“Es un peligro constante. Hemos pedido a las autoridades que implementen medidas para evitar que vehículos queden detenidos en la autopista sin aviso, pero hasta ahora no hemos recibido respuestas concretas”, comenta una dirigente vecinal de Lo Espejo.
Ingenieros en tránsito y especialistas en seguridad vial coinciden en que la Autopista Central requiere una revisión urgente de sus protocolos de operación y fiscalización. Para el académico de la Universidad de Chile, Dr. Rodrigo Salazar, “la combinación de conductores ebrios, vehículos detenidos en lugares no autorizados y la falta de sistemas tecnológicos de alerta temprana crea un escenario propicio para accidentes graves”. Además, destaca que la inversión en infraestructura y tecnología debe ir acompañada de campañas educativas y controles más estrictos.
Tras analizar los hechos y las diversas perspectivas, se puede concluir que los accidentes recientes en la Autopista Central no son incidentes aislados, sino síntomas de problemas estructurales en la seguridad vial de Santiago. La negligencia individual, especialmente el consumo de alcohol al volante, se combina con deficiencias en la gestión y supervisión estatal, creando un escenario donde la tragedia parece inevitable.
Las autoridades enfrentan ahora el desafío de equilibrar sanciones ejemplares a los responsables con políticas preventivas que incluyan mejor infraestructura, fiscalización constante y educación ciudadana. Mientras tanto, las comunidades afectadas sufren las consecuencias de un sistema que aún no logra garantizar la seguridad en sus vías principales.
Este episodio invita a la reflexión profunda sobre cómo Chile aborda la seguridad en sus carreteras, y cuánto está dispuesto a invertir para evitar que la historia se repita, con víctimas que podrían ser evitables.