
Un giro en la política comercial estadounidense se ha materializado tras meses de tensiones por el elevado costo de vida que afecta a millones de consumidores. El 15 de noviembre de 2025, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que elimina aranceles sobre productos básicos como carne de res, tomates, plátanos y café. La medida, anunciada tras una revisión estratégica de la política arancelaria, busca responder a la presión de votantes y sectores productivos que han visto cómo las tarifas recíprocas encarecieron la cesta básica, alimentando una inflación persistente.
"La demanda interna y la capacidad productiva nos obligan a ajustar los aranceles para proteger a los consumidores", declaró un funcionario anónimo de la Casa Blanca, reflejando la tensión entre la defensa del proteccionismo comercial y la necesidad de mitigar el impacto inflacionario. Por años, la administración Trump sostuvo que los aranceles fortalecerían la economía nacional, pero la evidencia acumulada y la presión electoral obligaron a un replanteamiento.
Desde sectores productivos y comerciales, la medida ha sido recibida con cautela. "Es un reconocimiento de que los aranceles han contribuido a la presión inflacionaria y un paso necesario, aunque tardío", señaló un economista de la Universidad de Chile. Sin embargo, voces críticas advierten que la reducción parcial no resolverá los problemas estructurales del mercado y que el impacto real dependerá de la transferencia efectiva de estas bajas a los consumidores finales.
El anuncio no se limita a la eliminación de aranceles, sino que se enmarca en un paquete de acuerdos comerciales con Argentina, El Salvador, Guatemala y Ecuador. Estos acuerdos buscan facilitar el comercio bilateral, otorgar trato de Nación Más Favorecida (NMF) y reducir barreras no arancelarias. La estrategia apunta a fortalecer cadenas de suministro y alianzas estratégicas en la región, en un momento donde la política comercial estadounidense busca equilibrar tensiones internas y externas.
Para los países latinoamericanos involucrados, la noticia es un doble filo. Por un lado, se abren oportunidades para expandir exportaciones y acceder a mercados estadounidenses con menos trabas. Por otro, la dependencia de estas concesiones puede profundizar asimetrías comerciales y presionar a los sectores locales a competir en condiciones desafiantes.
En el coliseo de la política y la economía global, esta maniobra de Trump representa una catarsis tardía. Tras meses de inflación persistente y descontento social, la reducción de aranceles es un intento por recuperar iniciativa y mitigar el desgaste político. Sin embargo, queda claro que el problema del costo de vida no se soluciona con medidas puntuales, sino que requiere una revisión profunda de políticas económicas, cadenas productivas y estructuras comerciales.
Además, la medida llega en un contexto delicado para la administración estadounidense, con el Tribunal Supremo cuestionando la legalidad de los aranceles impuestos y con recientes derrotas electorales que reflejan la insatisfacción ciudadana.
En definitiva, el escenario dibuja un tablero donde el proteccionismo y la apertura comercial se enfrentan sin resoluciones definitivas, dejando a los consumidores y productores en una espera tensa por alivios concretos. La historia de esta política arancelaria es, hasta ahora, la de un choque entre la intención y la realidad, con consecuencias que seguirán desplegándose en los próximos meses.
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Fuentes: La Tercera, Diario Financiero, El País, Bloomberg.
2025-11-12
2025-11-12