El tono presidencial en el debate: un nuevo enfoque comunicacional que polariza y desafía la gobernabilidad

El tono presidencial en el debate: un nuevo enfoque comunicacional que polariza y desafía la gobernabilidad
Actualidad
Política
2025-11-16
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- Polarización intensa entre principales candidatos.

- Tensiones en la gobernabilidad frente a un país fragmentado.

- Diversidad de estilos presidenciales en juego.

Un escenario de confrontación y estilos

El primer debate presidencial televisado, ocurrido hace más de dos meses, dejó en evidencia mucho más que propuestas programáticas. Ocho candidatos se enfrentaron en un formato que privilegió la agilidad y el intercambio directo, pero que también expuso las tensiones profundas que atraviesan a Chile en este ciclo electoral.

José Antonio Kast, Jeannette Jara y Evelyn Matthei, los tres mejor posicionados en las encuestas, coincidieron en identificar la necesidad de retomar el crecimiento económico y reforzar la seguridad pública. Sin embargo, la forma en que cada uno comunicó estas prioridades reveló las fracturas que recorren el espectro político.

Kast, con un tono inflexible y punitivo, apostó por un mensaje duro en orden público, buscando consolidar su identidad dentro del sector republicano. Por su parte, Jara defendió la continuidad de las políticas sociales vigentes, pero en momentos clave mostró dificultades para proyectar la solidez y liderazgo que su amplia base política demanda. El intercambio entre ambos se tornó áspero, acentuando la polarización y dejando poco espacio para un diálogo constructivo.

En contraste, Matthei optó por un discurso orientado a la unidad y al optimismo, invitando a la construcción de acuerdos transversales. Su intervención, calculada y mesurada, buscó transmitir la idea de un Chile capaz de crecer si logra superar las divisiones.

Un debate de estilos y no solo de ideas

El resto de los candidatos jugó roles secundarios pero significativos. Marco Enríquez-Ominami intentó recuperar protagonismo con críticas al oficialismo y la derecha, aunque sin aportar novedades sustanciales. Eduardo Artés mantuvo un discurso radical, mientras Johannes Kaiser apostó por intervenciones disruptivas y Franco Parisi ofreció promesas generales. La sorpresa fue Harold Mayne-Nicholls, quien, sin experiencia política ni respaldo partidario fuerte, destacó por un tono conciliador y moderado que contrastó con la beligerancia predominante.

Este mosaico de estilos refleja las diferentes maneras en que los aspirantes entienden la presidencia y la gobernabilidad. “En un país que enfrenta bajo crecimiento, deterioro del empleo y expansión del crimen organizado, la ciudadanía evalúa tanto las soluciones como la manera en que se pretende conducirlas,” señaló un analista político consultado para este informe.

Distintas perspectivas, un mismo desafío

Desde la derecha, la apuesta es por un liderazgo firme y ordenado, que recupere la seguridad a toda costa, aunque esto implique un discurso más confrontacional. El centroizquierda, representado en buena medida por Jara, insiste en mantener y profundizar los avances sociales, pero enfrenta el reto de mostrar cohesión y capacidad de liderazgo en un escenario fragmentado.

Los sectores más radicales y los independientes aportan diversidad y cuestionan el statu quo, pero su impacto en la gobernabilidad es incierto. La ciudadanía, por su parte, se muestra expectante y crítica, consciente de que la próxima administración deberá lidiar con un Congreso disperso y una sociedad polarizada.

Conclusiones y consecuencias visibles

A más de dos meses del debate, las tensiones exhibidas no se han diluido. La polarización continúa siendo un obstáculo para la construcción de consensos políticos y sociales. Los candidatos que logren equilibrar firmeza con templanza y capacidad de diálogo tendrán mejores posibilidades de liderar un proceso de gobernabilidad efectivo.

Este episodio también pone en evidencia que, más allá de las propuestas, la ciudadanía valora el estilo y el tono presidencial, elementos que pueden inclinar la balanza en un contexto de incertidumbre y fragmentación.

En definitiva, el debate no solo fue un ejercicio de exposición de ideas, sino un reflejo de las complejidades que enfrenta Chile hoy: la necesidad de crecimiento, seguridad y justicia social, en un escenario donde el liderazgo y la comunicación serán determinantes para el futuro del país.