A principios de junio, un comunicado puso fin a una de las épocas más extensas y polémicas del empresariado chileno: Julio Ponce Lerou, el "Zar del Litio", anunciaba su retiro definitivo de SQM y de las sociedades "Cascadas" que le permitieron controlar la minera por más de tres décadas. El anuncio, aunque sorpresivo en su ejecución, no lo fue en su trasfondo. Meses después, con las aguas más calmas, las consecuencias de este movimiento tectónico comienzan a decantarse, revelando una estrategia calculada que busca redefinir el futuro de la compañía sin renunciar a su pasado.
La salida de Ponce no fue un acto aislado, sino la culminación de un proceso gatillado por la negociación más importante en la historia reciente de la minería no metálica chilena: la asociación entre SQM y la estatal Codelco para explotar el Salar de Atacama hasta 2060. La figura de Ponce, con su historia ligada a la dictadura militar y a escándalos de financiamiento político, era el principal obstáculo para la viabilidad política del acuerdo. Su paso al costado era una condición no escrita, pero fundamental.
El 5 de junio se ejecutó una jugada en dos actos. Primero, a través de una carta pública, Ponce Lerou se despidió en sus propios términos. Calificó su historia como una "inundada de mitos, críticas y polémicas" que, según él, "han terminado por ceder frente a la evidencia de los hechos, los resultados y a la magnitud de lo logrado". Con esta declaración, buscaba sellar su propio epitafio empresarial, uno de éxito y visión, legando la dirección a su hija Francisca Ponce Pinochet.
Simultáneamente, las sociedades "Cascadas" (Norte Grande, Oro Blanco, Pampa Calichera, entre otras) anunciaron una profunda reorganización para simplificar su laberíntica estructura. Este complejo entramado, diseñado para maximizar el control político con una menor participación económica, fue por años fuente de críticas de accionistas minoritarios y de la suspicacia del mercado. Como señaló el exsuperintendente de Valores, Alejandro Ferreiro, la simplificación "va a generar mayor valor y menos sospechas", alineando finalmente los intereses económicos con los políticos. La reacción del mercado fue inmediata: las acciones de las cascadas se dispararon, validando la decisión.
La salida de Ponce ha sido interpretada desde prismas radicalmente opuestos, reflejando su divisiva figura:
Para comprender la magnitud de este cambio, es ineludible recordar los orígenes del poder de Ponce Lerou. Su ascenso está intrínsecamente ligado a su rol como yerno de Augusto Pinochet, lo que le permitió dirigir empresas estatales durante la dictadura y posteriormente adquirir el control de SQM en un cuestionado proceso de privatización. Esta génesis explica por qué su control sobre un recurso estratégico como el litio fue siempre un tema sensible y un punto de fricción política y social en el Chile democrático. Las "Cascadas" no fueron solo una estructura financiera, sino el símbolo de un poder que muchos consideraban ilegítimo en su origen.
Hoy, el "Zar" ha abdicado, pero la monarquía continúa. Francisca Ponce Pinochet, junto al consejo de su tío Eugenio Ponce, asume el liderazgo. La estructura de control se ha modernizado, pero el poder familiar persiste. SQM inicia una nueva etapa como socia del Estado, un cambio de paradigma que la obliga a operar con nuevos estándares de transparencia y rendición de cuentas, fiscalizada de cerca por la Fiscalía Nacional Económica.
El retiro de Julio Ponce Lerou cierra un capítulo, pero no el libro. Su sombra, proyectada por el nombre en una planta industrial en medio del desierto y por la continuidad de su sangre en el directorio, seguirá presente. La pregunta que queda abierta es si el nuevo SQM podrá forjar una identidad propia, o si seguirá siendo, en esencia, el legado de su patriarca, ahora adaptado a los nuevos tiempos.