La crisis diplomática entre México y Perú: La ruptura que nadie esperaba

La crisis diplomática entre México y Perú: La ruptura que nadie esperaba
Internacional
América Latina
2025-11-16
Fuentes
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- Ruptura diplomática entre México y Perú tras otorgamiento de asilo político.

- Claudia Sheinbaum enfrenta rechazo político y social en Perú, con acusaciones de injerencia.

- Las consecuencias se extienden a ámbitos comerciales, culturales y regionales con impactos visibles.

El pasado 4 de noviembre de 2025, Perú anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con México, una medida que ha escalado un conflicto que venía gestándose desde hace años en la sombra de la política regional. El detonante fue el otorgamiento de asilo político a Bettsy Chávez, ex primera ministra del gobierno de Pedro Castillo, procesada por delitos que incluyen presunta rebelión y conspiración. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, calificó la decisión peruana como “desproporcionada”, pero la fractura ya estaba consumada y sus consecuencias comienzan a dibujarse con mayor claridad.

Origen y evolución del conflicto

La tensión entre ambos países no es nueva. Desde la destitución de Pedro Castillo en 2022, México ha mantenido una postura crítica hacia el gobierno peruano, especialmente durante la administración de Dina Boluarte. La concesión de asilo a figuras vinculadas al expresidente Castillo, incluyendo a su familia y colaboradores, fue vista en Lima como una injerencia directa en sus asuntos internos. La escalada incluyó la declaración de personas non gratas hacia líderes mexicanos, entre ellos Sheinbaum, y una serie de medidas recíprocas que redujeron las relaciones al mínimo.

Por su parte, México ha defendido el asilo como un derecho fundamental y un acto conforme al Derecho Internacional, enfatizando que no se trata de una acción política sino de una obligación humanitaria. Roberto Velasco Álvarez, subsecretario para América del Norte, afirmó que la ruptura no afecta los vínculos consulares ni comerciales, pero la realidad muestra un panorama más complejo.

Perspectivas encontradas

Desde el lado peruano, el Congreso y sectores políticos han denunciado la actitud mexicana como “provocadora y desafiante”, señalando que el asilo a Chávez y otros colaboradores es un respaldo a una narrativa que consideran ilegítima y desestabilizadora. Para ellos, la medida de ruptura es una defensa de la soberanía nacional frente a lo que perciben como una intromisión.

En México, la narrativa oficial subraya la tradición humanitaria del país y rechaza cualquier acusación de injerencia. La presidenta Sheinbaum, lejos de retractarse, ha reafirmado que la decisión de otorgar asilo se basa en un análisis riguroso de las condiciones judiciales en Perú, donde se han documentado irregularidades y persecuciones políticas. Pablo Monroy Conesa, director general para América del Sur, ha destacado que México mantiene un respeto profundo por Perú y que no buscará reciprocidad en las medidas tomadas por Lima.

Impactos regionales y consecuencias visibles

La ruptura diplomática afecta no solo a los gobiernos, sino también a la cooperación en foros multilaterales como la Alianza del Pacífico y a los acuerdos comerciales vigentes desde 2012. Expertos como Franco García Lazo advierten que esta crisis puede erosionar la confianza bilateral y complicar la integración económica y cultural, con riesgos para empresas mexicanas presentes en Perú, como Grupo Bimbo y Grupo Elektra.

En el plano social, la polarización se ha reflejado en opiniones encontradas entre ciudadanos y actores políticos de ambos países. Mientras algunos sectores en Perú celebran la medida como un acto de defensa nacional, en México hay preocupación por el precedente que sienta en materia de asilo político y protección de derechos humanos.

Constataciones y perspectivas a futuro

La crisis entre México y Perú es, en esencia, un choque entre dos visiones sobre la soberanía, la justicia y la política regional. Los hechos confirman que la ruptura no es un episodio aislado, sino la culminación de años de desconfianza y desencuentros. La decisión peruana, aunque simbólica, tiene efectos tangibles en la cooperación bilateral y en la percepción pública de ambos países.

La administración de Sheinbaum, que ha mostrado un estilo conciliador y basado en el diálogo, enfrenta ahora un desafío que podría definir su legado en política exterior. La distancia entre ambos gobiernos parece difícil de acortar en el corto plazo, especialmente con el actual contexto político y social en Perú, marcado por una crisis de legitimidad y seguridad.

En definitiva, este episodio invita a reflexionar sobre los límites del asilo político, la autonomía de los Estados y las complejidades de la diplomacia en un continente donde las heridas del pasado reciente aún laten con fuerza. La historia de esta ruptura apenas comienza a escribirse, y sus consecuencias se desplegarán en los próximos meses, con actores que no solo se enfrentan en pasillos diplomáticos, sino también en la arena pública y en la memoria colectiva de sus pueblos.

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Fuentes: El País México, La Tercera, declaraciones oficiales de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, análisis de expertos en relaciones internacionales y derecho constitucional.