
Una victoria que no alcanza. El 11 de noviembre de 2025, la selección chilena Sub 17 se impuso 2-1 a Canadá en el Mundial disputado en Qatar, en un partido cargado de intensidad, nervios y decisiones polémicas. Sin embargo, la combinación de resultados en el grupo K, especialmente el empate entre Francia y Uganda, condenó a la Roja a quedar eliminada en la fase de grupos, ubicándose en el último lugar por diferencia de goles.
El partido comenzó con un ritmo frenético. Canadá adelantó el marcador a los 31 minutos con un gol de Shola Jimoh, mientras Chile buscaba adaptarse a la presión. La Roja reaccionó en el segundo tiempo: Zidane Yáñez empató a los 55 minutos y Matías Orellana puso el 2-1 a los 65 minutos. El triunfo parecía abrir una puerta para la clasificación, pero la matemática no estaba de su lado.
El contexto no fue solo deportivo. En los minutos finales, Yáñez fue expulsado tras una agresión que encendió la banca canadiense y elevó la tensión en la cancha. A pesar de la superioridad numérica, Canadá tuvo la oportunidad de igualar con un penal en el minuto 90+8, que Van Parker erró enviando el balón sobre el travesaño.
Desde una perspectiva deportiva y social, el episodio dejó diversas lecturas:
- Desde el cuerpo técnico chileno, liderado por Sebastián Miranda, se reconoció el esfuerzo y se apuntó a la necesidad de mejorar la gestión de la presión en partidos decisivos.
- Analistas deportivos destacaron la falta de experiencia en el plantel para manejar la ansiedad en un torneo de esta magnitud.
- Sectores de la prensa canadiense valoraron la disciplina táctica y la agresividad, aunque criticaron la falta de eficacia en el penal decisivo.
En términos regionales, la eliminación chilena reabre el debate sobre la formación y proyección de talentos juveniles en el país, en un contexto donde la competencia internacional se vuelve cada vez más exigente. La derrota, pese a la victoria, también refleja la complejidad de los sistemas de clasificación y la importancia de la estrategia más allá del resultado inmediato.
Finalmente, las consecuencias ya son palpables: la Roja Sub 17 deberá replantear su enfoque para futuros torneos, fortalecer la resiliencia mental de sus jugadores y ajustar su preparación táctica. El aprendizaje es duro, pero necesario.
Este episodio, lejos de ser un simple resultado deportivo, expone las tensiones inherentes al deporte juvenil en Chile, donde la presión por resultados inmediatos puede chocar con procesos de formación a largo plazo. La historia de este Mundial Sub 17 es una invitación a mirar con más calma y profundidad el desarrollo del fútbol nacional, entendiendo que la victoria o derrota en un partido es apenas una pieza dentro de un complejo entramado de factores deportivos, sociales y culturales.
Fuentes consultadas: La Tercera, análisis de expertos en fútbol juvenil, declaraciones oficiales de la Federación de Fútbol de Chile y reportes de medios canadienses.